DESDE GRANADA…

APRENDIENDO

 

Hola soy Karen Polanco y quiero compartirles un poco sobre mi experiencia  durante este tiempo en la comunidad del Colegio Nuestra Señora de  la Consolación de la Chana en Granada.  La labor en este hogar se complementa entre la atención en el colegio en la secretaría y los imprevistos que surgen, los estudios en la facultad de Teología y la vida de comunidad y oración propia de nuestra vida MAR, pero que tiene su matiz propio en cada casa.

Estar en el colegio exige estar disponible en todo momento para lo que surja, poner la creatividad, fuerza y disposición al servicio de la misión, fiándose en todo momento de la providencia que da lo que manda, como diría nuestro querido san Agustín. Estar en la Secretaría viene a ser una labor callada e invisible, pero en la que he tenido la oportunidad de acercarme un poco más a las realidades de cada una de las familias de nuestros alumnos, realidades que en más de una ocasión son difíciles y dolorosas y en las que es posible transmitir la ternura y misericordia de Dios.

Estudiar en la Facultad de Teología de Granada, a cargo de la compañía de Jesús, es una gran oportunidad; implica esfuerzo, tiempo y sacrificio, pero es una educación de alta calidad, de vanguardia, que va colocando fundamentos expresados en contenidos sistemáticos y profundos sobre la reflexión de la fe en la Iglesia, que se va suscitando en ella;  que invita a un compromiso y una vida cada vez más coherente y evangélica. No puedo dejar de mencionar la fraternidad que se ha creado entre los compañeros que estudiamos en la tarde, más que una clase de estudio, nos hemos convertido en una familia.

Por último y no menos importante, el título de este artículo es aprendiendo: estar en esta comunidad, significa para mí no perder la actitud de discípula, ser cada vez más consciente de la necesidad de que cada día hay que aprender a escuchar, a organizarse, a trabajar en equipo, a atender, a aceptar la forma de ser de cada hermana, y a reconocer que soy frágil, limitada y que me equivoco y mucho.

Doy gracias a Dios por su misericordia infinita, por hacerse presente en mi historia desde lo pequeño, silencioso y débil. Le ruego nos regale el don de la fortaleza, la constancia y fidelidad creativa para responder a su amor desbordante en los hermanos.

Karen B. Polanco, mar