“Descálzate, porque la tierra que pisas es Sagrada”

En esta ocasión quisiera compartir con ustedes mi experiencia en la misión que se me ha encomendado, ser promotora vocacional. Ya ha pasado más de un año desde que estoy en esta misión, no ha sido fácil, he tenido que aprender muchas cosas y des-aprender otras tantas, he tenido que romper mis propios esquemas para dejar que Dios fuera moldeando mi vida y misión y sobre todo he aprendido, o al menos así lo sigo aprendiendo, a reconocer “la tierra sagrada que piso” en cada una de las jóvenes que acompaño en su búsqueda por ser felices, por encontrar el camino, la vocación a la Dios les va llamando.

Si bien es cierto que no era la primera vez que se me había encomendado esta misión, también es verdad que aquí, en México, las cosas son muy diferentes, y creo que en toda América Latina, aún hay una respuesta a la llamada de Dios, no digo que en Europa no pase, pero es diferente, creo que no puedo compararlas, pues son dos experiencias que marcan mi vida, pero cada una desde una perspectiva diferente.

En los últimos meses he realizado mi trabajo de pastoral vocacional en México, D. F., Tejupilco, Hgo., Chihuahua y República Dominicana. En todos ellos me he entrevistado con jóvenes inquietas, buscadoras de Dios. En todas ellas descubro algo muy importante, el paso de Dios en sus vidas, la huella que va dejando y sobre todo las respuestas que les va dando. Siempre antes de entrevistarme con ellas, procuro hacer oración y ponerme en las manos de Dios, para que yo sólo sea un instrumento suyo. Es verdad que sus vidas son tierra sagrada y a ella he de entrar con los pies descalzos. Agradezco a Dios la oportunidad que me da y también a cada una de las jóvenes que acompaño, por brindarme su confianza y sinceridad, cada una ha sido muy abierta al contarme su historia personal y también muy atentas para descubrir el paso de Dios por sus vidas. Es increíble lo que Dios hace en las personas y también la fe que va moviendo en sus corazones.

En el mes de septiembre estuve haciendo promoción vocacional en República Dominicana, me acompañó la hermana Rocío Victoria. Tanto los padres Agustinos Recoletos, como nosotras MAR, buscamos que los jóvenes se pregunten por su vida y sobre todo que descubran su vocación y felicidad, así que tuvimos una convivencia vocacional de chicos y chicas, la verdad fue muy bonita porque todos estaban abiertos a escuchar lo que Dios les pedía, cada uno desde sus posibilidades y edades, quedaron con el compromiso de seguir en el grupo vocacional, para seguir profundizando por dónde los llama Dios.  Todo esto además de las entrevistas con las jóvenes vocacionables. Muy agradecidas a Dios por esta oportunidad y también por la acogida de los padres  Agustinos Recoletos, por su cercanía y apoyo. Una nueva experiencia se presentó ante nosotras, el poder acompañar a un grupo de chicas del colegio de los hermanos de La Salle, casi a las afueras de Santo Domingo. Pudimos tener un rato de charla y de que nos conocieran un poco. Esperamos que esta nueva misión dé los frutos que Dios espera. Agradecemos a los hermanos de La Salle por la invitación.

En el mes de noviembre, los días 14 a 20,  viajé a Cuauhtémoc, Chihuahua, para participar en una convivencia vocacional, también para chicos y chicas. El objetivo era el mismo que lo anterior, ayudar a los jóvenes  a descubrir su vocación. Fue un grupo pequeño, pero con interés por descubrir su camino. También aproveché la ocasión para reunirme con las vocacionables, fue un día intenso, en el que ellas pudieron compartir su experiencia, miedos, inquietudes y sobre todo un espacio para encontrarse y ayudarse. El día 18 de noviembre, me invitaron los padres de Chihuahua, capital, a presentar nuestro carisma y dar mi testimonio. Fue muy emotivo, sobre todo porque la gente estaba muy atenta escuchando y, al finalizar, hubo un rato para hacer preguntas. Agradezco a los padres la oportunidad que nos dan de presentar nuestro carisma y sobre todo a Dios por dejarnos compartir el gran regalo que nos da de ser MAR para DIOS Y LOS DEMÁS.

Ahora ya en casa, agradezco a Dios todos los regalos que me ha hecho, y como decía al principio, la oportunidad que me da de entrar en “tierra sagrada”, de dejarme “descalzar” para descubrir su grandeza en la vida de los demás, y claro, en la mía propia.

Es verdad que ser promotora vocacional no es un trabajo fácil, pero sí es un trabajo en el que uno descubre la belleza de Dios en el paso por la vida de los demás, uno descubre sus huellas, aún cuando parezca que la tierra que se pisa no es “abonable” o simplemente está muy “pisoteada”, sin embargo, para él nada hay imposible, tan sólo su gracia y su amor bastan.

Gracias por dejarme entrar en sus vidas y compartir un poquito de la mía.

Hna. Sandra Flores G.,mar

 

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