COMPARTIENDO DESDE MORÓN-CUBA

 

Me llamo Liz Marié, de nacionalidad cubana y tengo 16 años, estudio el nivel preuniversitario, con formación católica desde los 5 años de edad en la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria de la ciudad de Morón, en la provincia de Ciego de Ávila, bajo la dirección espiritual del Padre Juan Pozuelo y en compañía de las Misioneras Agustinas Recoletas de nuestra comunidad.

He recibido la influencia católica en el hogar desde mi nacimiento pero nuestra relación con las Hermanas Misioneras Agustinas Recoletas  fue un complemento familiar. Desde pequeña disfrutaba escucharlas en su lugar de recogimiento, paz, acogida, renovación de fe; cada encuentro era una catequesis. Siempre estuvieron presentes en cada uno de los espacios importantes de mi vida y tuve una relación muy cercana con Sor Adoración Salcedo, quien me acompañaba desde muy temprano en la mañana después de la primera misa del día hasta el Colegio que afortunadamente se encontraba a escasos metros de la parroquia; como también le dedicaqué mi Primera Comunión cuando ya no estaba en nuestra parroquia, pero la llevaba en mi corazón.

Las hermanas Lucelia, Esther Julia y Geralda nos han reconfortado en cualquier aflicción o enfermedad. Incluso también recibí la satisfacción de la entonces General Myrian Neira en ocasión del concurso «Mi familia en Navidad», donde obtuve el segundo lugar nacional representando nuestra Diócesis en la modalidad de dibujo y que gentilmente publicara en la web cuando apenas contaba con 7 años. La Hna. Amparo  nos apoyaba con su experiencia pedagógica y la hermana Estrella me recordaba a Adoración y eso me aliviaba la nostalgia de su lejanía. Así es que he crecido en tamaño, en conocimientos y sobre todo en la fe, de la mano de cada una de ellas.

Podría pasar horas relatando cada vivencia por cuanto es inevitable el acercamiento y el cariño que se les profesa cuando forman parte de nuestras vidas y de nuestra propia familia. No sólo nos ayudan a alimentar nuestra fe por medio de la Palabra, sino que con su ejemplo nos inspiran a vivir como auténticos cristianos, desde la consagración, la humildad, la alegría, la confianza, la seguridad y la fe, que aun cuando están ausentes siempre están presentes, algo que necesitamos mucho. Hoy siento con gran regocijo que la paz interior que me acompaña ha sido el fruto de esta especial relación, así como la influencia de las enseñanzas de nuestro querido Padre Juan en la formación de mi personalidad. Todos ocupan un lugar muy especial en mi vida de fe.

A Dios infinitas gracias por haberlos puesto en mi camino o haberme llevado a su encuentro. Y ya que en estos días estoy celebrando el séptimo aniversario de mi Primera Comunión, el día más importante de mi infancia, quiero que la renovación de mi súplica a Jesús Sacramentado sirva de motivación para que las nuevas generaciones abracen la fe cristiana.

Oh Jesús, te pido un corazón que te ame por sobre todas las cosas.

Y mi espíritu, haz que te busque con ardor, que sepa encontrarte.

Haz que la penitencia me haga sentir las espinas de tu corona.

Que la gracia me vierta tus dones en el camino de la vida.

Y que la gloria me colme de tus alegrías en la patria celestial.

Amén.

Liz Marié