Así, pues, vivid todos en unidad de alma y corazón y honrad los unos en los otros a Dios, de quien os habéis convertido en templos.  (Reg. Sn Agustín 1, 9)

Vivir en comunidad es caridad de Dios, porque ¿Cómo es posible que personas tan diferentes: de país de origen, de familia, de costumbres, puedan vivir unidas?.

Todo es un reto, porque a cada una Dios hizo diferente, y en muchas ocaciones puede haber desacuerdos, incomodidades, pero de ahí, en medio de todo, esta el don de  vivir en comunidad. Es una gracia poder vivirla y es el reto donde hay que construir, donde no se busca la uniformidad sino que es un espacio donde existe la libertad de los hijos de Dios viviendo en unidad, compartiendo el don recibido. Fray Enrique Eguiarte en su charla sobre la comunidad, nos compartía que la comunidad es un espacio para hacer la experiencia de un Dios Trinitario.

La comunidad como la Trinidad, implica buscar la unidad en la diversidad, y esto solo es posible por la fuerza del Amor, que es Dios.

Compartir el día a día deja en claro que estamos caminando con el corazon unido hacia un mismo destino, el Señor. Donde poco a poco va transformando nuestra vida en una encuentro agradable que sabe acoger a cada miembro de la comunidad, que es capaz de vivir esa verdadera unidad en Cristo, en amor mutuo que busca el bien común, y que sabe ver la obra de Dios en la vida del otro. Siendo testigos de que somos templo de Dios, y que desde ahí damos los pasos anhelantes para la construcción del Reino de Dios.

Juana Rosario Toc Rosales

Novicia MAR