Nuestro corazón desborda de alegría y agradecimiento. 

Vivimos en comunidades internacionales y estamos en nueve países: China, España, Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, Cuba, Perú y México.

Contamos con ciento setenta y dos  hermanas de diez nacionalidades distintas. Han ido surgiendo vocaciones donde misionamos. Y otras donde no estamos: Guatemala, República Dominicana.

Damos gracias a Dios por estos regalos, porque nos muestran que Él quiere que sigamos adelante en esta  Misión: Anunciar y testimoniar el Amor de Dios a todos los hombres.

 Muchas de nuestras hermanas pioneras están en el cielo, otras, todavía siguen compartiendo con nosotras, aunque sus fuerzas han disminuido: son un ejemplo para las nuevas generaciones.

El  2 de febrero de 1931 Esperanza Ayerbe, Mª Ángeles García y Carmela Ruiz, salieron de sus conventos de clausura y con Fray Francisco Javier Ochoa, agustino recoleto, misionero en China, embarcaron  rumbo a la Misión de Kweitefu;  allí crearon la primera comunidad de Misioneras Agustinas  Recoletas. Y el 18  enero de 1947,  fueron aprobadas por Roma.

El 15 de enero de este año en nuestra capilla de la casa Madre en Monteagudo, Navarra, se celebró la Eucaristía, como apertura de este año jubilar. Fue  presidida por Monseñor Eusebio Hernández Sola, oar. Obispo de Tarazona.

Contemplando el mundo: el sufrimiento del pueblo, nuestras hermanas de Venezuela, que  tienen que acompañar al pueblo vivieron el estado de emergencia por el gran apagón que se produjo. Y el agua, que ya faltaba tuvieron que acarrearla a mano. En esos  días en Maracaibo se desató de una manera alarmante la situación de bandas criminales a las que se sumaron muchísimas personas,  para  robar y destruir almacenes, comercios, farmacias; dejaron destruidos los locales. Después, hacer colas  interminables para conseguir, de vez en cuando, lo imprescindible para sobrevivir. La situación cada vez más difícil de China, las injusticias hacia los más débiles en Brasil… viendo a nuestros hermanos padeciendo… pareciera que la maldad es más fuerte que el bien…

Pero a la vez, nuestro corazón que vive la esperanza, nos lleva a la contemplación del misterio de la Encarnación: contemplar  como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mirando a la tierra, dicen: hagamos la redención del género humano. Eso hizo Francisco Javier Ochoa, no pasó de largo ante el sufrimiento y la necesidad de que tantos hermanos conocieran  a Dios, Padre bueno y misericordioso, que no quiere el sufrimiento del mundo, sino que “el ser humano tenga vida” (Jn 10).

A lo largo de estos 75 años, hemos ido aprendiendo a descubrir al Dios presente en cada una de nuestras. Hermanas que se esfuerzan día a día en luchar por la justicia, en ayudar a mejorar las condiciones de vida de los más empobrecidos.

Así mismo,  lo descubrimos en todas las personas que hacen el bien: sin conocer a quienes se le hace, apostando por pueblos que no conocemos, colaborando con donaciones, el servicio de voluntariado y la amistad, procurando únicamente que otros “tengan vida”. Y en las personas que siguen buscando caminos de reconciliación, de unión, de bienestar para los más empobrecidos del mundo.

En nuestra acción de gracias al Señor, incluimos a  todas las personas,  que nos han ayudado a crecer,  y trabajar por el Reino, porque no podemos olvidar que son parte de las Misioneras Agustinas Recoletas y que siempre nos han apoyado, sostenido y nos han llevado en su corazón.  Por todo, solo podemos “dar a Dios el Honor y la Gloria”.

Carmen Chaparro, mar

Las Gabias, agosto de 2022