VIVIENDO EL MES MISIONERO EN SALAMANCA

Ante todo, queremos agradecer a Dios por la oportunidad que nos dio de vivir este mes misionero con diferentes personas y con diferentes actividades, fue una ocasión de renovar el espíritu misionero y de avivar el corazón por el anuncio del Reino de Dios.

Iniciamos el mes con la eucaristía de Santa Teresita (01 de octubre), en la parroquia San Isidro, fue celebrada por el Padre Juan Roble Diosdado, encargado de la delegación misionera.En su homilía nos hacía algunas invitaciones muy concretas, entre ellas, “no perder la confianza en Dios, como lo hizo Job”,  “hacer grandes todas las cosas con gestos pequeños y sencillos”, y por último, nos invitaba a “abrir el corazón, a despertarnos del sueño y a encender el espíritu misionero que llevamos dentro”.

El día 17 de octubre, 25 niños y jóvenes que se preparan para recibir el sacramento de la confirmación, iniciaron sus encuentros de catequesis en nuestra casa, donde el tema principal fue el Domund, el lema de este año fue “cambia el mundo”, ciertamente cambiar el mundo en su totalidad es difícil, por eso lo abajamos preguntándoles “y tú, ¿cómo quieres cambiar el mundo?” Las respuestas fueron muy bonitas, entre ellas: “no peleando en clases, portándome bien, ayudando en casa, no pelear con mis hermanos, ayudar al necesitado”…. Ante estas respuestas percibimos mucha sensibilidad en ellos y también deseos de comprometerse con lo que se les estaba proponiendo.

El día 21, nos dirigimos nuevamente a la parroquia San Isidro (centro de las actividades misioneras) y acompañamos a los parroquianos en la eucaristía con los cantos. En las ofrendas se hicieron símbolos muy significativos, entre ellos un mundo con heridas y en silla de ruedas, simbolizando la realidad que vivimos y cómo desde los pequeños compromisos y gestos de amor ese mundo puede tomar vida.

Por último, pero no menos importante, el día 26 por la noche, estuvimos en una velada juvenil, participaron cerca de 100 jóvenes, fueron dos horas de hip-hop y de testimonios misioneros que sin duda interpelaron el corazón de estos jóvenes. Al final, un grupo de los asistentes sacaron sus guitarras y empezaron a cantar “color de esperanza” de Diego Torres, fue un momento muy emotivo, pues la misma letra invita a pensar y a profundizar en lo que se estaba cantando.

No queda más que agradecer al Señor por todo lo vivido y colocar en sus manos a cada  uno de estos niños y jóvenes con corazones inquietos, no solo por Dios sino por el mundo que los llama constantemente a dejarse seducir porél. Que en nuestras comunidades y hogares podamos rezar por ellos y que podamos comprometernos a ser verdaderos testimonios y puentes de misericordia.

Comunidad MAR de Salamanca-España