Una vida entregada: “La última de sus hermanas”

Hna. Josefa Amelia Isácas Acosta

Damos gracias a Dios por la vida de nuestra hermana Amelia Isácas, quien el día 3 de enero entrego su vida al padre y subió a él, en Cali, Colombia.

Nació el 13 de noviembre de 1933 en Ricaurte, departamento de Nariño (Colombia) en el hogar conformado por José Isácas y María Eva Acosta. Fue la segunda de hija de seis hermanos: Aracelly (Religiosa Misionera Agustina Recoleta), Amelia, Piedad, Amanda, Myrian y Jorge. Fue bautizada el 17 de noviembre de 1933, en la Parroquia de San Pablo, en Ricaurte, Diócesis de Ipiales.

Conoció el llamado de Dios por medio de su hermana Aracely, con quien hablaba y se escribía con frecuencia. Le llamo la atención el significado de la ceremonia de profesión de su hermana. Tuvo la oportunidad de estar unos días en el convento, sintiéndose muy a gusto y se quedó. Con la ayuda de Dios perseveró hasta el final de su vida como lo deseaba.

Su formación inicial la realizó en Bogotá, comenzó el postulantado el 12 de julio de 1951, ingreso al noviciado el 12 de julio de 1952, hizo su primera profesión el 12 de julio de 1953 y la profesión perpetua en Maracaibo, Venezuela el 12 de julio de 1958. Se graduó como auxiliar de enfermería en el SENA de Bogotá el 26 de mayo de 1978, trabajo en el que se sintió con mayor inclinación en vida, en este campo sirvió con amor y dedicación. También tuvo interés en la preparación de los niños para la primera comunión.

Como misionera fue disponible y observante. Se desempeñó en la Enfermería, oficios varios, compras, sacristana. Prestó su servicio misionero, formó comunidad y vivió en unión con Cristo, en las comunidades de: Maracaibo, Bogotá, Manizales, Hospital Yopal, Tauramena, Pasto, Colegio de Cali, Convento de la Merced.

Desde el año 2011, por su delicado estado de salud se encontraba en la comunidad del Colegio de Cali.

Su vida reflejó la humildad de quien se abandona en las manos del Señor, el servicio generoso de la discípula que comprendió lo que le pedía el maestro, el compromiso con la comunidad ofreciendo sus capacidades y expresando las ideas e inquietudes que tenía con libertad.

Sufrió limitaciones de salud psíquica por muchos años, situación de la cual tenía conciencia. La comunidad la acompañó con cariño y compasión en su enfermedad y con el apoyo de profesionales la acompañó en las difíciles crisis que sufría. Dios nos enseñó a estar cerca de nuestros hermanos que sufren esta enfermedad y a comprender a sus familiares. Aún en medio de su limitación fue una religiosa ejemplar, fraterna, inteligente, sacrificada y con gran sentido de pertenencia a la Congregación.

En una comunicación al capítulo provincial sugiere tener una casa apta para las hermanas enfermas, con humildad expone su sentir finalizando con estas palabras: “… soy una de las enfermas mentales, por la misericordia de Dios, estoy trabajando. La última de sus hermanas…”

Amelia padeció también problemas de columna y otras enfermedades que fueron minando su organismo. En las últimas semanas se notó el debilitamiento físico y es así como el día 3 de enero de 2016 a las 4:36 pm. Descanso en la Paz del Señor.

Damos gracias a Dios por las hermanas de la comunidad, enfermeras, médicos, familiares que le brindaron cariño y cuidados.

El funeral tuvo lugar el día 5 de enero en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, la Eucaristía fue presidida por el padre Alexander Martínez Dimaté, OAR, acompañaron las hermanas de las comunidades del Valle del Cauca, familiares y amigos y su cuerpo fue llevado al cementerio de la Aurora para la cremación.

Alabamos y damos gracias al Señor por la vida de nuestra hermana Josefa Amelia, por su testimonio de entrega y amor a todos, especialmente a los enfermos y necesitados, en todas las comunidades por donde pasó. Confiamos en su intercesión, en que ella pedirá al Padre por lo que más nos hace falta para vivir una Vida más auténtica como Misioneras Agustinas Recoletas.