.“Y la multitud de los que habían creído tenían un solo corazón y una sola alma” (v. 32a).

Tener una sola alma y un solo corazón en Dios, significa que nos conocemos y nos amamos, que compartimos los mismos sentimientos y tenemos un mismo proyecto, un mismo ideal. Que todas nos sentimos parte del grupo, pertenecientes a él por la llamada del Señor y además nos sentimos acogidas, aceptadas, participamos en las decisiones, y tenemos responsabilidades. Significa que hay comprensión mutua, respeto, fraternidad confianza y comunión. Todas somos iguales, aunque prestemos diferentes servicios; caminamos juntas, ninguna va adelante, ni dejamos a ninguna detrás. Dejamos a un lado los prejuicios, luchamos contra ellos. Consideramos que todo es de todas, no nos apegamos a nada.

Y el tener con las hermanas una sola alma y un solo corazón, surge de la intimidad con el Señor, de estar unida a él. De tener nuestro corazón puesto en él. De ser una con él. Como decía Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”

Hna. Elsa Gómez, MAR