La primera desobliga de 2017

El 22 de junio, a las 16 horas, el equipo misionero inicia otro viaje por el Purús! ¡Se prepara para la primera etapa de la desobliga! Esta vez el grupo está compuesto por fray Luis A. Reyes, O.A.R, las Hermanas Ivone Leonor da Silva Herbert y Jacira Bhering da Silva, M.A.R y, por supuesto,  Abnaide Santos, el comandante del barco. Viajan durante cuatro días completos, hasta llegar a la boca del río Mamoriá, al final del municipio de Lábrea.

Allí,  en la mañana del día 26, toman todos los instrumentos de trabajo, dejan el barco y suben en una pequeña barca, dirigiéndose hacia las respectivas comunidades de aquellas localidades. Deberían también asegurar que las personas estuvieran o no en casa y si sucederían o no las celebraciones.

En una de las comunidades en la casa estaban sólo los hijos; pero, sin ningún problema, el hijo mayor hizo las veces de los padres. La Misa fue marcada para el día siguiente a las ocho horas. Así que el equipo parte para la comunidad San Benito. ¡El viaje se hace en bote, pues en esta época el río está  con menos agua y no se puede navegar con el barco.

Al llegar se conversó con doña María, la dirigente, y ella decidió que la Misa sería enseguida. Después de atender las Confesiones, se celebra la Eucaristía. A pesar de rápida, la visita fue muy provechosa. A las 13 horas ya se estaba en el barco. Allí mismo almorzaron y descansaron, pues al día siguiente, a las siete y media, ya estaban en otra comunidad donde tampoco se puede celebrar por la noche, debido a las dificultades de llegar al lugar. Al otro día muy temprano los misioneros ya estaban con todo listo para la celebración de los sacramentos. ¡Hubo un Bautismo! A partir de este día en todas las comunidades, por la noche, se hicieron las novenas. Estas tuvieron como tema principal el Año Mariano. A través del Evangelio se trabajó la importancia de la Madre de Jesús en la vida del Pueblo de Dios. La imagen de Nuestra Señora Aparecida pasó de comunidad en comunidad, bendiciendo, intercediendo junto al Hijo porque el «vino acabó» y alertando a todos la importancia de «Hacer lo que Él dice” y de «llenar de agua» el día a día de la vida ordinaria, para que pueda suceder el milagro de la transformación. ¡Todos acogían con alegría! Alguna persona  decía «yo sabía que ella vendría a visitarnos en este fin de mundo y ¿no es que yo estaba segura?» Una otra decía: «pensé que la hermana olvidaría a la madre”… En todas las celebraciones,  se habló sobre la hermana Cleusa, con distribución de la oración; la hermana Jacira hizo hincapié en que Hna. Cleusa  es mártir de la causa indígena, pero también es la intercesora de los ribereños.

Las celebraciones de todos los sacramentos sucedían al día siguiente, por supuesto. Para el sacramento de la Penitencia el sacerdote dejaba el barco muy temprano para estar a disposición de todos. Después de la Celebración Eucarística, un delicioso almuerzo ofrecido a los misioneros y a todos los presentes. Los ribereños saben agradar a los misioneros y además demuestran la alegría, la gratitud hacia cada misionero. Cada comunidad busca ofrecer su «Cordero cebado».  Con todo este cariño y generosidad, los misioneros consiguen sacar por menos el calor, los mosquitos y otras adversidades que insisten en molestarles en el día a día de la misión.  Así que fueron corriendo los días, de comunidad en  comunidad, hasta el final de esta etapa del trabajo propuesto.  Llegaron felices y muy agradecidos a Dios, pues una vez más han experimentado que Dios cumple lo que promete y cumple en cien veces cien sus promesas. Al  irse  de la última comunidad de esta primera etapa y  llegar al barco, todos   felicitaron a todos y brindaron  con una buena taza de café fresco, ¡Viva la misión, viva el deber cumplido!

Desde que salieron de la ciudad, los misioneros, principalmente Fray Luis, preguntaba al comandante: ¿Hoy tenemos Matrinxã? (Un pez de agua dulce, por señal delicioso), y él sólo se reía y decía: Vamos a ver para el final! Y lo mejor de todo fue  que cuando se detuvo en una playa,  los misioneros fueron correr descalzos en  la arena, mientras unos buscaban madera, otros aprovecharon para unas fotos de la puesta del sol y el comandante perforando un agujero en la arena para asar el pescado y algunos pedazos de cerdo. Todo había de ser rápido, caso contrario los mosquitos llegarían  y pondrían  fin a aquella fiesta! Por supuesto, al llegar  los «visitantes», los misioneros tuvieron que «desocupar el espacio», y entrar en el barco para disfrutar de la «última cena» de aquella primera etapa de la desobliga del año 2017. Durmieron… y al día siguiente viajaron durante toda la jornada,  llegando a la «civilización» – Lábrea – a las 18:00 horas del día 15 de julio!

Jacira Bhering da Silva, MAR

 

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