+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 14, 13-21

Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo.Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños». Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Luis Alonso Schökel comenta: Cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, dice Mateo. El reparto del alimento maravilloso, comúnmente llamado multiplicación de los panes, lo encontramos en los cuatro evangelios y en Mateo y Marcos, por duplicado.

Por escuchar a Jesús, la gente abandona sus aldeas y parece olvidarse del sustento. El número de las cestas parece significativo. Dios es el dador por antonomasia (cfr. Sal 104,27s; 136,25; 145,15s), que ahora despliega todo el tesoro de su abundancia por medio de su enviado. La generosidad es parte de su reinado. Jesús, que se ha negado a un milagro fácil y cómodo para satisfacer su hambre en el desierto porque vive de la Palabra de Dios (4,4), ha repartido a la gente esa palabra y recurre al milagro para darles también el pan.

El simbolismo se sustenta en el realismo. Una palabra que no lleve a dar también pan al hambriento y vestido al desnudo no es Palabra de Dios.

Hay que leerlo sobre el fondo de los relatos de Ex y Nm sobre el maná (como explica Jn 6) y de un relato profético menor (Elíseo en 2 Re 4,42- 44). Anticipa, además, la comida eucarística. Así lo ha interpretado la tradición, apoyada en las fórmulas litúrgicas del versículo 19: “tomó los cinco panes…, alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos”.

El pan de la Eucaristía que congrega en una misma mesa a los hermanos y hermanas no puede separarse del pan debido en justicia al pobre y al necesitado. Un pan lleva al otro, y ambos hacen de la Eucaristía el alimento de vida eterna que se está haciendo ya, aquí y ahora, presente entre nosotros con la venida del reinado de Dios.

SAN AGUSTÍN COMENTA

Mt 14, 13-21: Al exponerles estas cosas yo hago de servidor de Cristo

Exponeros las Sagradas Escrituras es como partiros el pan. Vosotros, hambrientos, recibidlo y eructad la hartura con la alabanza del corazón. Y los que sois de mesa bien abastecida no seáis escasos en buenas obras y acciones. Lo que os sirvo no es mío. De lo que coméis, de eso como; de lo que vivís, de eso vivo. En el cielo tenemos nuestra común despensa, pues de allí procede la palabra de Dios.

Los siete panes significan la septiforme operación del Espíritu Santo; los cuatro mil hombres, la Iglesia constituida sobre los cuatro evangelios; las siete canastas de restos, la perfección de la Iglesia. Muy frecuentemente se simboliza la perfección mediante este número. ¿A qué se debe que se haya dicho: Te alabaré siete veces al día? (Sal 118,164). ¿Erraría acaso el que no alabase al Señor tantas veces? ¿Qué significa, pues, te alabaré siete veces, sino: Nunca cesaré de alabarte? En efecto, quien dice siete veces indica todo el tiempo.

Por ello, el tiempo discurre en un ciclo de siete días. ¿Qué significa, pues, te alabaré siete veces al día, sino lo que se dice en otro lugar: Su alabanza está siempre en mi boca? (Sal 33,2). (…)

Ciertamente, con siete panes se saciaron cuatro mil hombres. ¿Hay algo más maravilloso? Y, con todo, hubiese sido poco si no se hubiesen llenado también siete canastas con los restos. ¡Grandiosos misterios! Eran obras que hablaban. Esas acciones, si las comprendes, son palabras. También vosotros pertenecéis a los cuatro mil, puesto que vivís bajo el cuádruple evangelio. En tal número no se contaron las mujeres y los niños. Así está escrito: Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños (Mt 15,38).

Como si fuesen innumerables los faltos de seso y los afeminados. Con todo, coman también éstos. Coman, sí; quizá los niños crezcan y dejen de serlo; quizá los afeminados se corrijan y se hagan castos. Coman: yo doy, estoy pendiente de ellos. Mas quiénes sean éstos, lo sabe Dios que examina a los asistentes al banquete ofrecido por él y, si no se han corregido, quien sabe invitar sabe también apartar. Sermón 95, 1-3

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

Sintió compasión de ellos: ¿Qué es lo más significativo de la forma de actuar de Jesús que presenta el evangelio de hoy?

Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes: ¿Qué significa para mí celebrar la Eucaristía? ¿Es realmente culmen y fuente de mi vida de fe? ¿Por qué?

Vio aquel gran gentío y sintió compasión de ellos: ¿Cómo es mi mirada hacia la gente que muestra cualquier tipo de necesidad a mi alrededor? ¿De dónde brota mi compromiso cristiano?

Jesús partió los panes, se los dio a los discípulos y éstos a la gente: ¿Es la Eucaristía la fuente de mi compromiso? ¿Qué podemos hacer para que la Eucaristía nos implique y comprometa más?

No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces… Comieron todos hasta hartarse y recogieron doce canastos sobrantes; ¿Cómo animan estas palabras nuestra esperanza? ¿Es posible un mundo diferente, en el que ningún ser humano pase necesidad? ¿Por qué?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Tu reino Señor es justicia y paz, igualdad y fraternidad, porque somos hijos del mismo padre, un padre que prodiga con creces amor y compasión. Tu compasión, ante la muchedumbre que te busca, remueve mi corazón a amar como tú y me revela el rostro misericordioso del Padre, que se encarna en ti, en tu palabra y en tus signos de vida.

Gracias Señor por el milagro de la fe y el milagro de la eucaristía. Gracias porque eres mediador entre el padre y los hombres, y nos haces partícipes de tu vida verdadera. Gracias por el don de tu palabra, comprometida con los pobres y saciadora para todos aquellos que te buscan incansables y te encuentran.

Haznos discípulos obedientes a tu palabra, que den respuestas salvíficas a los hombres de este mundo tan necesitados de misericordia y compasión. No permitas Señor que vivamos un dualismo entre tu palabra y nuestra vida, entre tu Eucaristía y nuestra falta de donación. Haznos como tú, Señor.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno,
a quien, movidos por el Espíritu Santo,
nos animamos a llamar Padre,
confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos,
para que podamos entrar en la herencia prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.