Le doy gracias a Dios por haberme escogido para tener esta maravillosa experiencia, por poder conocer y compartir con las hermanas Misioneras Agustinas Recoletas.

Fue muy interesante llegar al corregimiento del Convento, conocer un poco las personas que habitan allí y compartir con ellas un poco del amor de Dios. Ellos se muestran atentos y a la expectativa de cuándo regresan los misioneros.

Llegábamos a las casas, una por una, nos presentábamos y la hermana Elsa daba el mensaje sobre el amor incondicional y gratuito de Dios. Luego los invitaba a la celebración de la Palabra de Dios, el domingo. Todos muy dispuestos y atentos. Se les entregaba la tarjeta con el mensaje y se hacía una pequeña oración. Así fue en cada lugar que visitamos.

Sábado y domingo en la tarde, se dejó en tres casas la Sagrada Biblia y el rosario con su explicación para hacerlo en familia.

La celebración del domingo fue muy bonita. Las personas adultas y los niños participaron alegremente. Hubo cantos y dinámicas al final de la celebración y disfrutamos todos.

Veo que hay mucha necesidad de orientación a la juventud en todo sentido, espiritual especialmente, aunque al momento de entrar en contacto con ellos, prestan atención. Me imagino que poco hablan de Dios con sus padres. Los más pequeñitos son más atentos y más amorosos. Les gusta cantar, rezar, es mucho más fácil que con los adolescentes que de pronto sienten un poco de pena al expresarse.

Todos son personas muy especiales. Cada familia es un mundo diferente, pero tienen detalles muy bonitos para con las misioneras, es maravillosa su atención, son sencillos, humildes, pero ponen todo su amor y el corazón cuando se comparte con ellos.

Las personas de estos lugares tienen la disponibilidad para seguir aprendiendo y practicando lo que las misioneras les van enseñando. Poco a poco, el Señor y la Virgen María irán trazando la ruta a seguir.

Le ruego al Señor que suscite corazones dispuestos a la Evangelización porque hay muchas personas necesitadas de conocer al Señor y el gran amor que Él les tiene.

Gracias a Dios por las hermanas que a pesar del calor, lo largo del viaje, el cansancio, las incomodidades, nunca se les escucha una crítica o un lamento. Las admiro por ese amor a la misión. Dios las colme de bendiciones a cada una y las colme de salud, de amor y muchos años para que sean luz para muchas personas.

Gracias a todas las hermanas y que Dios las guarde y las bendiga siempre.

María Inés Salazar Gómez.

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