EDADES E IDENTIDADES RELIGIOSOS JÓVENES Y MAYORES

Como cada año, las junioras que vivimos en España participamos en el XIII ENCUENTRO DE JUNIORAS MADRID 2013, que se llevó a cabo en la Escuela “Regina Apostulorum”. de los Misioneros Claretianos, Madrid. Este año el titulo del encuentro fue: EDADES E IDENTIDADES RELIGIOSOS JOVENES Y MAYORES. PARÁBOLA DE COMUNIÓN.

 

El primer día se inicio el curso con una serie de preguntas en línea con el tema a tratar. Las preguntas fueron: 

 

¿Cuál es la media de edad de tu comunidad?

A)Entre 30-50 años

B)Entre 50-65 años

C)Más de 65 años.

 

¿Cómo te sientes tratado/a en tu comunidad?

A)A veces con infantilismo.

B)Bien, acorde con mi edad.

C)En ocasiones con demasiadas responsabilidades: como si ya fuese                       adulto/a.

 

¿Cómo vives la distancia generacional en comunidad? 

En tensión

  • Con enorme distancia en cuanto a sueños e intereses. 
  • Con poca posibilidad de comunicación con los hermanos/as mayores. 

En equilibrio y armonía. 

  • A pesar de las diferencias en la comunidad encuentro un lugar para mi realización personal.
  • Nos complementamos mutuamente  entre distintas generaciones. 

Disfrutando mucho. 

  • Es una gran riqueza la convivencia con hermanos/as de otras generaciones. 
  • Sin los /las mayores la comunidad sería muy pobre.

 

Cada una, respondió a la situación que está viviendo ahora en su comunidad, ya que casi todas vivimos con hermanas mayores. El sondeo que se realizo al final quedo de la siguiente manera:

 

En equilibrio: 59%

Disfrutando mucho: 21%

En tensión: 20%

 

En el primer tema con el título “TU DIOS SERÁ MI DIOS”(Rut 1,16), impartido por Marta García, hnsc, nos habló de la relación entre Rut y su nuera Noemí; como Rut siendo extranjera, acepta al Dios de Noemí, con todas las consecuencias que ello conlleva, por eso dirá TU DIOS SERÁ MI DIOS… lo que quiso transmitirnos es el diálogo que hay entre dos generaciones y culturas distintas. 

 

Segundo tema

“COMUNIDADES ENVEJECIDAS, ¿EN QUÉ MEDIDA?: 

Pedro Belderrain, cmf

 

En este tema se nos hacía ver la realidad que se vive en nuestras congregaciones, decía que en la práctica se ha instaurado una convivencia distante entre generaciones; lo que podría llamarse silencio generacional, proceso por el que cada generación cree que la dogmática es la otra. Se crea un extraño mecanismo de socialización en el que es difícil que haya diálogo: “adultos y jóvenes conviven hoy mirándose mutuamente con recelos y desconfianza, pero ni unos ni otros parecen tener la fuerza necesaria que sí tuvieron, en parte, generaciones anteriores para tomar la iniciativa en una confrontación de criterios sobre la vida”.

 

“Es la entrada en la vida religiosa del tercer hombre, que conoce las normas, no protesta, pero las cumple sólo según le conviene…”  

 

La vida Religiosa anciana se despliega en tres actitudes:

  1. La actitud pasota, es decir la de aquellas que pasan de todo, no se interesan por nada, dicen un “Amén” laico, descomprometido, y viven en un ámbito reducido de intereses privados.
  2. La actitud militante e irritada del progresista congelado, de quienes siguen defendiendo su propuestas progresistas de los años 70 u 80 y critican todo los demás; 
  3. La actitud sabia de esa vida religiosa anciana que se centra en lo esencial; mantiene relaciones de fraternidad y mutuo servicio, le da a la vida comunitaria un sentido menos ritualista y más veraz o sincero; es una vida religiosa sacrificada por las cargas que asume, colaboradora desde un segundo plano y humilde por las renuncias a las que se ve abocada. 

 

Se supera el activismo de generaciones precedentes y se renueva el interés por la oración, aunque a veces todo se quede en teoría, ya que sigue siendo pequeño el número de personas verdaderamente de oración. 

 

Pero también algunos jóvenes que entran en nuestras estructuras no entienden nada de renovarse y son más ancianos que quienes les han precedido”. 

 

Tanto mayores, como jóvenes, todas vamos hacia el mismo rumbo, por eso es importante que, no nos etiquetemos por edades, somos personas. Aprendamos a relacionarnos y a decirnos más en verdad unas a otras. Practiquemos más la acogida en la diferencia. Descubramos los puntos en los que somos semejantes por nuestra condición de hijos y hermanos, seguidores de Jesús. Lo importante y decisivo no es la comunidad, sino la comunión. Sin ésta no puede existir aquella. En eso consiste la comunión: en la sístole y diástole de la donación y acogida recíproca de nuestras propias personas, mucho más allá de la resonancia de nuestros sentimientos.

 

Por eso; La verdadera Espiritualidad de Comunión significa, una mirada del corazón hacía el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, capacidad de sentir al hermano, como uno que me pertenece, capacidad para ver, ante todo, lo que hay de positivo en el otro, para valorarlo y acogerlo como un regalo de Dios, es saber darle espacio al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros. Rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.