+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   6, 17.20-26

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

El, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:

Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.

Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Con las bienaventuranzas inicia Lucas el “sermón del llano” (6,17-49), llamado así para distinguirlo del “sermón del monte” de Mateo 5-7, que también comienza con las bienaventuranzas. Mateo sitúa esa larga predicación de Jesús en un monte, debido a su interés de releer la figura de Jesús a la luz de Moisés en el Sinaí, mientras que Lucas la pone en una llanura, pues su interés es situar a Jesús en lavase, junto al pueblo, al lado del gentío.

Jesús se encuentra con una gran multitud que ha venido a escucharle y a sentir “físicamente” su salvación. Es una multitud diversa, pobre y necesitada, en la que destacan enfermos, poseídos y gente semipagana de las riberas marítimas de Tiro y Sidón. Tras curarlos, anuncia su gran mensaje: “el reino de Dios os pertenece, ¡alegraos!

Las bienaventuranzas —dirigidas según Lucas a los discípulos (cristianos) y al pueblo (toda la humanidad)— constituyen el programa nuclear del reino de Dios y responden a una aspiración profundamente humana. Son un ideal evangélico de vida y un mensaje liberador para todos. Dios no bendice situaciones de carestía injusta, sino actitudes de justicia.

Lucas recoge cuatro bienaventuranzas seguidas de cuatro maldiciones correlativas (vv. 20-26). Las de Lucas tienen un fuerte acento social que se refleja en su interés por los pobres (sin matices) y en la insistencia de la presencial actual (“ahora”) del reino. Pero, además, las bienaventuranzas de Lucas desestabilizan la escala de valores que predomina en la sociedad. Jesús aporta una nueva comprensión de la existencia, muy distinta de la que ofrece nuestro mundo. Coloca a sus discípulos, y nos coloca a todos, ante una alternativa de felicidad/desgracia, invirtiendo los valores de la sociedad. A una situación presente (de pobreza o riqueza, de hambre o satisfacción, de llanto o risa) corresponde otra contraria en el futuro.

Es evidente que Jesús no proclama a los pobres “dichosos” por el hecho de ser pobres, ni menos aún señala la pobreza como el ideal a vivir. La dicha o felicidad de los pobres radica ahora en el hecho mismo de que ya ha llegado para ellos el reino de Dios. Son dichosos porque el “reino de Dios les pertenece” o “porque tienen a Dios por rey”. Jesús no les promete la felicidad: ¡los declara felices!  Ulibarri, F.

SAN AGUSTÍN COMENTA

Lc 6,12-13.17.20-26: Jesús, cumplidor de las bienaventuranzas

Así pues, los demás fieles, los que perdieron la virginidad física, sigan al Cordero no adondequiera que vaya, sino hasta donde personalmente puedan. Ahora bien, pueden seguirle a todas partes, excepto cuando avanza por el camino de la belleza virginal.

Bienaventurados los pobres de espíritu: imitad a quien, siendo rico, por vosotros se hizo pobre.

Bienaventurados los humildes: imitad a quien dijo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.

Bienaventurados los que lloran: imitad a quien lloró por Jerusalén.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: imitad a quien dijo: Mi alimento es hacer la voluntad de quien me envió.

Bienaventurados los misericordiosos: imitad a quien socorrió al hombre al que los salteadores habían abandonado, en medio del camino, herido, moribundo y sin esperanza.

Bienaventurados los de corazón limpio: imitad a quien no cometió pecado y en cuya boca no se halló engaño.

Bienaventurados los hacedores de paz: imitad a quien dijo en favor de sus perseguidores: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Bienaventurados los que sufren persecución porque son justos: imitad a quien sufrió por vosotros dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.

Quienes imitan estas acciones, al hacerlo, siguen al Cordero. No hay duda de que también los casados pueden caminar sobre estas huellas; aunque no calquen su pie exactamente sobre ellas, avanzan por la misma senda.  La santa virginidad XXVIII, 28

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

  1. a) ¿Cuál es el punto que más te ha gustado o que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
  2. b) ¿Por quién estaba constituida la gran muchedumbre en torno a Jesús? ¿De dónde venían o qué buscaban?
  3. c) ¿Cuáles son las categorías sociales de las personas que son llamadas felices (Lc 6,20-23)? ¿Cuál es la promesa que cada una recibe de Jesús? ¿Cómo entender estas promesas?
  4. d) Al decir “Dichosos los pobres” ¿piensas que Jesús intenta decir que los pobres deben continuar viviendo en su pobreza?
  5. e) ¿Cuáles son las categorías sociales de las personas que son amenazadas de infelicidad (Lc 6,24-26)? ¿Cuáles son las amenazas para cada una? ¿Cómo entender estas amenazas?
  6. f) ¿Verdaderamente miro yo la vida y la persona con la misma mirada de Jesús?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Cristo es el ofendido, el marginado, el perseguido en la persona del menor, nuevamente expuesto al hambre y a otros daños peores. Tenemos que construir fraternidad, es necesario, ¡pero la justicia tiene que estar en la base de toda convivencia humana”! Ir. Cleusa Rody Coelho, MAR.

 

ORACIÓN

Señor y Dios nuestro,
concédenos honrarte con todo el corazón
y amar a todos con amor verdadero.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…