Seleccionando basura con Doña Nenem.

Estos meses de experiencia apostólica que he vivido en Brasil Contagem, Minas Gerais, han sido de mucha gracia y regalos para seguir fortaleciendo mi vocación, mi entrega, para seguir apasionándome por la misión como “MAR”. Ha sido un tiempo de mucha riqueza, comunitaria, formación, encuentros, pastorales y compartir la vida con la gente en el día a día. Ese compartir la vida con las personas me ha marcado mucho durante este tiempo en la experiencia; he tenido la gracia de poder vivenciar, disfrutar, escuchar, reír, emocionarme, aprender y compartir desde la vida cotidiana que vive el pueblo; desde lo más simple y sencillo. Eso me fue cultivando, comprometiéndome, inquietando y apasionándome cada día más y más por salir cada vez más de mí misma para ir al encuentro de los preferidos de Jesús, de aquellos que casi siempre son ignorados, despreciados, olvidados y menos escuchados.

Siempre pienso en lo diferente que sería el mundo si parásemos todos a regalarles unos minutos de nuestras vidas para escucharlos, cuánto aprenderíamos de sus experiencias de vida y cuántas conversiones habría por el simple hecho de dejarse tocar por Jesús a través de ellos. Pero bueno la realidad es otra y una desde lo poco que tiene trata de ofrecérselos a ellos con un corazón abierto y con mucho amor para compartir con ellos que son los mejores amigos de Jesús. Por eso les quiero compartir una experiencia inolvidable que no se compara con todos los lujos que tenemos en la vida diaria.

¡La felicidad esta en dar! Doña Nenem no tiene riqueza material y es una persona muy sencilla pero que tiene posgrado, maestría y doctorado en generosidad.

Doña Nenem es una señora que siempre visito en nuestro barrio, que vive con sus hijos y dos nietos que tiene a cargo. Su situación de vida es muy pobre y hace ya más de 30 años que sale por la mañana bien temprano a trabajar por las calles a “catar lixo” (seleccionando la basura), para después poder venderla por centavos y así mantener su familia. 

El miércoles 11 de febrero tuve la gracia de poder acompañar y ayudarla a Doña Nenem a trabajar. Era una mañana agradable, porque no hacía mucho calor. Fui a buscarla a su casa a las 06:50 am y gracias a Dios que llegué temprano porque se estaba quedando dormida para salir a trabajar. Mientras corría para estar lista para salir, también preparaba el café y despertaba a su nieto, Mateos de 8 años, que iba a ir con nosotras. Mientras la esperaba sentada en un banco de madera contemplaba a Mateos que armaba el carrito que lo iba acompañar durante toda la mañana a “catar lixo”, adentro guardaba una botella con agua fresca y dos bolsas grandes de tela que usaría para guardar lo que juntara; también  Doña Nenem preparaba su carretilla con sus bolsas.

Ya con todo listo, salimos de su casa para comenzar a caminar para recolectar los descartables que le sirven de sustento de su familia. Al principio yo no hablaba mucho porque estaba muy sorprendida con todo lo que mis ojos veían y mis oídos escuchaban. Por más que una ya está “acostumbrada” a ver en las calles a la gente trabajando «catando lixo», esta vez mi mirada era muy diferente porque  también estaba con mis manos metidas en la basura tratando de juntar algún plástico para Doña Nenem. Estábamos divididos de a dos, doña Nenem iba de una lado de la calle con su sobrino y yo iba con Mateos por el otro lado. Mateos fue un gran regalo esa mañana, mientras caminábamos él me iba explicando cómo tenía que juntar y qué era lo que servía. Era increíble verlo con la prolijidad con que abríacada bolsa de basura en busca de lo que servía y después cerraba todo de la misma manera que lo había encontrado. Mientras lo miraba y escuchaba, por mi corazón pasaban muchos sentimientos y preguntas. ¿Por qué un chico tan lindo e inteligente como Mateo tenía que estar a su edad haciendo eso? Podría estar en su casa jugando con algún amigo y disfrutando de sus vacaciones. Pregunta que tiene miles de respuestas…

Era increíble descubrir que cada plástico y latita encontrada era como encontrar un gran tesoro. Nos turnábamos a llevar el carrito y mientras continuábamos caminando, caminando y caminando… abriendo más bolsas, Mateos me compartía sus sueños para cuando sea más grande. Dice que quiere estudiar abogacía para defender a las personas y también me contaba la cantidad de años que su abuela sale a trabajar por las calles, él solo va cuando está de vacaciones y no todos los días. Entonces yo le pregunté qué hacía con la plata que ganaba y él me dijo que se compra pan de queso o alguna de las cosas que le gustan comer. Otra de las cosas que me llamó la atención fue la cantidad de gente que los conoce y cómo los ayudan, porque mientras caminábamos las personas los llamaban de las casas para que buscaran las bolsas con botellas de plásticos que les habían guardado. Los comerciantes también los ayudan mucho con alimentos. Uno de los negocios en que paramos con Mateos fue una carnicería, y quede muy sorprendida con el cariño que lo trataron y toda la carne que le dieron, pero para mí la mayor sorpresa fue verle la carita de alegría de Mateos a recibir la bolsa de carne en sus manos.

Continuamos caminando aún más y en una de las calles nos recibieron en un centro comunitario que acompañan a las personas que trabajan «catando lixo». Ahí a Doña Nenem le dieron leche, bizcocho y chocolate para la leche. Una de las personas encargadas me contaba el trabajo que realizan con su familia y también cómo los vecinos ayudan a llevar reciclaje para que ellos puedan vender y así comprar alimentos para ayudar a las familias. También paramos dos veces a descansar un poco y refrescarnos con agua fresca, Mateos compartía los bizcochos y pan que había recibido.

El regreso fue al medio día y muy cargados y cansados con todo lo que caminamos y juntamos por las calles. ¡¡¡Gracias a Dios!!! Antes de llegar a su casa dejamos todo el reciclaje en el galpón del intermediario de los reciclajes que es donde Doña Nenem lo vende, ella junta durante la semana y los viernes vende todo. Es un trabajo muy sacrificado por todo lo que significa salir a la calle con sol, lluvia, frio y calor y tantas horas caminando para juntar sólo algunos pesitos en las semanas.

Cuando llegamos a su casa Doña Nenem continuó trabajando, preparando el almuerzo para toda la familia y al cual también yo fui invitada. Un delicioso almuerzo que hizo con la carne que recibimos con Mateos en la carnicería. Fue un almuerzo muy delicioso y preparado con mucho cariño. 

Fue una mañana muy diferente para mí, una mañana de conocer, aprender, contemplar y escuchar lo que se vive en un mundo diferente a lo que todos estamos acostumbrados a vivir. Cuando caminaba con ellos por las calles también pude ver cómo la gente me miraba por estar con ellos, quedaban sorprendidos. Yo me quede sin palabras por todo lo vivido y también ha sido un aprendizaje para mí en ser más consciente de lo importante que es separar la basura que tiramos. Siento que mi tarea va continuar desde una manera muy pequeña tratando de crear conciencia para que la gente se comprometa a separar la basura para así favorecer el trabajo de tantas personas que sobreviven de esta manera.

Sin duda que de esta experiencia mi corazón lleva muchas huellas que son imborrables y que van a servir para iluminar la caminada cuando la cruz se hace pesada, mucho por agradecer al Dios de la vida por haberme mostrado nuevos caminos por donde seguir respondiendo a su llamado con fidelidad, a la gente por tanto cariño y generosidad que he recibido y que me ha enriquecido y a mis hermanas por todo lo compartido y vivido con fraternidad.

Que el Dios de la vida continúe impulsándome a abrir siempre nuevas puertas dentro de mí para comprometerme cada vez más con su proyecto de amor, así como lo vivió nuestra hermana Cleusa.

 «Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón».

 

María Agustina Rodríguez.

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