Un Corazón Inquieto por y para Dios
«Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.» Jer 1,5

    Hablar de mi amada misión en aquellos pueblos de Atapirire me pone el corazón inquieto, así como lo tuvo Agustín (mi principal inspirador) en aquellos tiempos de búsqueda de Dios. Hoy recuerdo esa frase de Jeremías con la que inicio mi testimonio y de inmediato pienso en lo maravilloso que somos ante los ojos de nuestro PADRE DIOS, esta semana la viví acompañada de mi querida gente de Boca del Pao, el haber misionado allí más de una vez me hace valorar y entender más a cada persona, cada una de sus actitudes y en especial las decisiones que poco a poco van tomando. Realmente, son muchas las experiencias que como misionero te pasan, hoy recuerdo esos ojos brillantes de los niños, esas sonrisas de picardía en los jóvenes por buscar qué hacer con sus vidas, esos rostros en busca de un Dios vivo en los adultos y en especial esa mirada de aquella mujer llamada Martha, una mujer humilde y con buen corazón, una mujer que buscaba a Dios en cada uno de nosotros, lo buscaba en nuestra pequeñez y en nuestra sencillez (he allí donde nosotros como misioneros debemos ser uno entre ellos y olvidar las diferencias). Hoy son esos pequeños detalles que me cuestionan y me invitan a seguir dejándolo todo por la misión pese a sus dificultades, pues no hay nada más sabroso que sentirlo de cerquita, encarnándonos en aquellas realidades. En esta Semana Santa me quedo llena de Dios de manera diferente, pues pienso y estoy convencida de que Él, mientras más pasos vas dando, te va dando respuestas y te va señalando el camino que debes seguir, siempre y cuando internalicemos y aceptemos que el trabajo de un verdadero misionero se hace por y para Dios.

Wenderling Reyes, estudiante de psicopedagogía, miembro de la JAR en la parroquia San Judas Tadeo de Caracas. Padres Agustinos Recoletos de Santo Tomás de Villanueva.