Es tiempo de imaginar otras maneras de vivir!!

Las hermanas Misioneras Agustinas Recoletas en la parroquia San Pedro de Guamote, fueron las anfitrionas del Mochilazo 2018, una actividad que consiste en hacer una peregrinación con reflexiones donde la naturaleza, el silencio, son espacios que permiten encontrarnos con nosotros mismos junto a Dios.

El viernes 23 de febrero, agentes de pastoral, hermanas Misioneras Agustinas R. , directiva de pastoral indígena, chic@s de la Catequesis, grupo juvenil, Jesuitas, esperaban con ansia a jóvenes que procedían de Quito y Riobamba. Para vivir esta experiencia, reunimos a 70 jóvenes (de la Unidad Educativa San Felipe Neri, Unidad Educativa San Luis Gonzaga, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Parroquia la Dolorosa de Quito, Parroquia San Pedro de Guamote),en un ambiente de alegría, danza autóctona, celebración de la Eucaristía; una rica cena, una Gymkana por todo el pueblo, donde tenían que ir resolviendo pistas cada grupo en torno a la historia de Guamote, y en medio de este rico frío guamoteño no podía faltar la fogata “chamisa” y abrir un espacio de expresión libre y dinámica, de cada uno de los grupos participantes. Terminamos el día agradeciendo a Dios la fraternidad y su presencia en medio de nosotros.

El sábado 24, muy temprano y con un buen desayuno nos dispusimos a viajar al páramo de los Pulles que comprenden las comunidades de: PullSan Pedro, Pull Chico, Pull Manuel Lasso, Pull Quishuar y Pull San José. Llegando a la comunidad de San José, la última comunidad de los Pulles, nos esperaban catequistas, mamás cantoras y miembros de las iglesias vivas, para darnos la bienvenida y juntos comenzar nuestra andadura por el páramo en medio de cantos, reflexiones hasta llegar a la “Iglesia Rumi” (lugar sagrado para los kichwa de la zona) donde íbamos a presenciar una ceremonia andina con la presencia del Taita Espirítu Yasaca. Recorrimos 14,3 km por el páramo con una vista linda, jóvenes e indígenas en peregrinación, compartiendo la vida, la fe y lo que no pude faltar en una comunidad, la “pambamesa” los alimentos del campo puestos en común y todos comen de la misma mesa. Al final del día a los jóvenes los distribuimos en cuatro comunidades para seguir compartiendo y conociendo más la vida de los comuneros en el campo, al día siguiente, muy temprano los chic@s volvieron a sus destinos. Damos gracias a Dios por la experiencia vivida y compartida. Adentrarnos en una Cultura, pisar tierras sagradas, no deja de ser siempre una riqueza que fortalece nuestra vida de fe, nuestra Misión y nuestro deseo constante de hacer presente el Reino de Dios.

Hna. Marisol Sandoval, mar.

 

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