¡Amaneció el día 19 de agosto y desde entonces ya empezamos a prepararnos para la gran fiesta!¡Estamos hablando de un gran santo, un gran pastor, un gran doctor de la iglesia! ¡Un gran hombre que pasa un buen tramo de su vida, buscando la verdad!

 Al pensar en hacer la novena en la parroquia, nos acordamos que no teníamos una imagen suficientemente grande para ser vista por todos. En seguida pensamos que alguien nos  podría socorrer.  Lo primero que nos vino a la cabeza fue hablar con nuestros buenos y fraternos hermanos, que de hecho nos regalaron una hermosa pintura, que sería solamente enmarcarla y ya estaba resuelto nuestro problema. ¡Así planeamos y así fue! Rezamos la novena y, al final de la misma, tuvimos un compartir para alegrar y animar la vida de aquellos que con empeño  y fe estuvieron presentes !Ah!, lo mismo hicimos en las misas; quince minutos antes  la hermana encargada dirigía el momento de reflexión  sobre algún pasaje del  evangelio, complementado y explicado por San Agustín en algunos de sus libros. Terminamos la novena y el día 28 amaneció con un brillo diferente. ¡El brillo de la fraternidad de la alegría que veía en cada una de las hermanas! Iniciamos con  Laudes de la festividad de San Agustín. Después de un abrazo de “Feliz día de nuestro Padre”, de un sabroso desayuno, la hna. Miroslava  Calderón fue por los panes que serían compartidos en la misa solemne en la noche. !Ah! otra sorpresa que no les había contado, nuestras hermanas Vilma, Luisa y la postulante Edna, estaban llegando  a la terminal para pasar el día con nosotras. ¡Qué alegría! ¡Qué sorpresa agradable! La Hna. Karen Alvarado y yo nos pusimos a acomodar los panes en las bolsas; cada cual traía una tarjeta con un pensamiento de san Agustín: “nos has hecho Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. Estábamos tan contentas que,  mientras  acomodábamos  los panes en las bolsas, escuchando las canciones de “tarde te amé” y otras, mientras se calentaba la leche para que desayunaran las hermanas, a cada rato nos parecía oír el ruido del carro  con las hermanas. Las ganas de verlas nos engañaban diciendo que ya estaban a la puerta. Llegaron y también felices con regalos, abrazos, risas y mucho más.   En seguida todas a bañarse, mientras terminábamos de arreglar los panes y el desayuno para ellas. Terminada la sesión de abrazos, desayuno y entrega de regalos, nos pusimos todas a preparar el almuerzo pues la fiesta de la fraternidad continuaba.  Los hermanos recoletos iban a venir a comer con nosotras.  Así que cada una de acuerdo con su don fue haciendo lo que le tocaba: Así en “Mutirao” como solemos decir en Brasil salió una deliciosa comida. ¡Qué dulzura! “¡Qué delicia vivir unidos los hermanos!” San Agustín tiene toda la razón, diría yo. Después de la misa el padre bendijo  los panes y dijo: ¡Los prepararon las madres para ustedes así que disfruten! ¡Guarden uno para mí!”¡Todos disfrutaron de esta gran fiesta de este gran padre San Agustín! ¡Viva la Fraternidad! ¡Viva San Agustín!

Hna Jacira Bhering da Silva