El pasado 13 de marzo  los cardenales han elegido a Mons. Jorge Mario Bergoglio, jesuita, Arzobispo de Buenos Aires y cardenal de Argentina, como sucesor de SS Benedicto XVI.

Su alma de pastor, la ha ido reflejando en sus actitudes mientras estuvo al frente de la iglesia local de Buenos Aires. Hombre cercano al pueblo por su sencillez y austeridad y a la vez cercano a Dios con una relación cultivada día a día en sus horas de oración.  Su inquietud por adecuar la evangelización a las circunstancias actuales, quedó de manifiesto  explícitamente cuando el pasado 30 de agosto se iniciaba en la universidad  Católica Argentina (UCA) el 2° CONGRESO DE PASTORAL URBANA DE LA REGION BUENOS AIRES.

Animados por los obispos de la región, participaron alrededor de 400 congresistas una de ellos, nuestra hermana Ana María  da Silva,  quien junto con laicos, sacerdotes, religiosas, y religiosos –que están involucrados e interesados en esta temática-  estuvieron atentos a los pasos dados por la iglesia particular.

En dicho congreso,  nos cuenta nuestra hermana Ana María, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio,  exhortaba a los Católicos a “no tener miedo de salir a Evangelizar la ciudad, al proponer una Nueva Pastoral Urbana centrada en el encuentro, y el acompañamiento, al advertir que crece “la no mirada” y explicar que esa exclusión consiste en “ni siquiera”  ver al excluido y su condición, donde “el que duerme en la calle no se ve como persona sino como parte de la suciedad y abandono del paisaje urbano, de la cultura del descarte , del volquete”. 

En cambio, el hoy papa Francisco, aseguró que “la ciudad humana crece con  la mirada que ve al otro como conciudadano. En este sentido la mirada de fe es fermento para una mirada ciudadana. Por eso podemos hablar de un “servicio de la fe”: de un servicio existencial, testimonial, pastoral”. Es decir, afirmó, que la fe, por si sola, mejora la ciudad, en el sentido de que sólo la fe nos libera de las generalizaciones y abstracciones de una mirada ilustrada que sólo da como frutos más ilustraciones”.

Nuestras hermanas que residen y han residido en Caseros y Monte Chingolo, perteneciente al Gran Buenos Aires, tienen en su recuerdo, la figura del pastor que encontraban en la calle, después de haber utilizado el colectivo o el subte (metro) y saludaba cordialmente; igualmente la del hombre  valiente que ha denunciado  lo que es contrario al plan de Dios y la del obispo que sin reparo ninguno celebraba en la estación de la Constitución. 

No dudamos que por su condición de religioso animará a la vida consagrada a vivir en radicalidad el evangelio, como el santo de quien ha tomado su nombre.

En alguna de sus alocuciones citó  el “Sermón sobre los pastores”, de Ntro., Padre San Agustín dejando claro que el doctor de Hipona diferenciaba dos cosas distintas: la primera –decía- es que somos cristianos y la segunda, que somos obispos. Ahora nosotras pedimos al Espíritu lo asista con su gracia, para que sea un obispo que de la vida por los cristianos  e invite a todos a la unidad.

 

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