EJERCICIOS ESPIRITUALES EN SALAMANCA

 

Los días del 1 al 10 de agosto, la hermana Carolina Mushi y mi persona salimos rumbo a Salamanca, España a realizar los ejercicios espirituales. Estos se llevaron a cabo en el centro de espiritualidad ignaciano. Nos reunimos alrededor de 58 religiosos.

En esta ocasión quiero compartir mi experiencia de los frutos de estos ejercicios con ustedes,queridos lectores.

Empiezo con esta cita del salmista que resume un poco mi experiencia:Quiero escuchar lo que dice el Señor porque tiene palabra de paz para su pueblo, palabra de paz para sus amigos. Tenemos una cita con el amor y la lealtad y la paz que se abrazan” (Sal 85).

Cada momento vivido es un tesoro que Dios me regaló y en el que sigo experimentando que me ama, me quiere y me mira con misericordia, porque soy su hija y eso conlleva  sentirme necesita de su amor, para que mi vida genere vida en Él.

Desde el primer momento tuve presente que Dios estaba actuando en mí y mejor que yo, porque el único protagonista de esta historia es Él.

En este tiempo de silencio y de contemplar a Jesús le decía que me ayudara a mirar mi vida y la de los demás con su mirada, una mirada que traspasa las barreras y que puede ahondar en lo profundo de cada persona.

También al contemplar la vida de Jesús desde su nacimiento hasta la muerte y culminar con la resurrección, pude ver tantas injusticias que está viviendo nuestro mundo, tantas personas que mueren diariamente, ante eso queda el consuelo de que Dios actúa y su misericordia se extiende.

Jesús vivió una vida oculta, pero una vida que pudo fortalecer con el Padre; desde esa realidad él abraza nuestra realidad y sabe que somos frágiles y que sin la ayuda de Él nada podemos hacer. Al igual que Jesús nosotros pasamos por momentos fuertes, pero Dios prepara nuestro corazón para enfrentar lo que venga, porque él también padeció.De verdad que esta manera de amar de Jesús es especial, transparente, no tiene límites ni fronteras; su mirada cautiva, atrae, es esa mirada la que sigue conectando mi corazón al de Él.

En las reflexiones diarias resonó en mi corazón que a Jesús lo abandonaron sus amigos y se quedó solo, aun así los siguió amando hasta el final, esto es lo que me apropio.

Cuando nos miramos y no queremos aceptar la realidad que nos toca vivir, se desvía el proyecto de Dios, pero su palabra alienta nuestra alma para continuar acompañándolo hasta los últimos momentos.

Me siento agradecida con Dios, porque me hace desnudarme en su presencia, y me ayuda a ver mi pequeñez con misericordia.

“Señor Jesus ayúdame a vivir cada día mi vocación con libertad  y a dejarme a hacer por ti y  a tu manera”.

 

Santa Isabel Mojica Mejía, MAR