“¿Dónde está muerte tu victoria?” (1 Cor 15,55)

A TODAS LAS MISIONERAS AGUSTINAS RECOLETAS

Queridas hermanas: reciban mi abrazo fraterno.

La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. Por esta razón la celebración del domingo de pascua es la más grande del Año Litúrgico, pues como dice San Pablo: si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe y escasa sería nuestra esperanza. Podríamos preguntarnos ¿en qué nos afecta a nosotras? ¡Pues, algo sorprendente!, gracias a ella Dios nos abre las puertas de la eternidad.

Desde el día de nuestro bautismo, estamos llamadas a alcanzar la vida eterna siendo otros cristos, anunciadoras de la buena nueva y seguidoras del Maestro, que pasó por la vida haciendo el bien.

Al compás de la liturgia de esta Semana hemos ido pasando de una experiencia a otra. La Palabra nos ha ido acompañando y al interiorizar los textos hemos entrado en la experiencia del humilde maestro que nos enseña el camino de la verdad y de la vida verdadera.

Durante estos “Tres Días” últimos hemos pasado del Cenáculo a Getsemaní, de los tribunales al Calvario, del Calvario a la Tumba, con una tremenda confesión: “descendió a los infiernos”. Hoy es el día de Resurrección. Y nuestra confesión de fe proclama: ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! ¡Creo en la Resurrección!

San Agustín en el sermón 272 nos habla del comienzo humilde de la Iglesia y nos recordará que: 

“Cristo, el Señor, se humilló para que nosotros aprendiéramos a ser humildes”. El que todo lo contiene fue concebido; el que todo lo engendra nació; el que todo lo vivifica murió, pero resucitó al tercer día y ascendió al cielo y colocó a la derecha del Padre la carne humana que había recibido”. Estas palabras de nuestro padre nos invitan a entrar dentro de nosotras mismas y a aprender del Maestro interior que nos enseña el don de la humildad para ver con sus ojos y comprender con su corazón que su entrega valió la pena, y nos otorgó el cielo.

Continuará diciendo: Cristo envió al mar del mundo a muy pocos pescadores equipados con las redes de la fe, todos ignorantes de las artes liberales, absolutamente desinformados por lo que se refiere a la ciencia mundana, sin el conocimiento de la gramática y sin las armas de la dialéctica. ¿Qué digo «muy pocos»? Envió a doce. Y, sin embargo, mediante ellos llenó las iglesias de tantas especies de peces, que muchos, incluso de entre los sabios del mundo, a quienes la cruz de Cristo les parecía bochornosa, se signan con ella en la frente y ponen en la ciudadela del pudor la misma cruz que consideraban algo bochornoso y a causa de la cual nos insultaban.

Estas palabras hermanas nos ayudan a vernos como somos, y a admirarnos de la grandeza y el amor que Dios nos ha tenido. Somos pocas, no tenemos las armas que tiene el mundo, ni tenemos la sabiduría y la ciencia del progreso y la eficacia, sino aquella que nos da el Espíritu para actuar oportunamente según su poder, su verdad y su sabiduría.

No podemos perder la esperanza ante un Dios que vive en el corazón de los creyentes y que supera la muerte y el desamor. No podemos dormirnos ante la admirable resurrección, que nos dice, despierta, tu que duermes. Sí, a veces estamos dormidas, ante la fe, el dolor ajeno, la realidad de los que sufren, las tentaciones del diablo, y ante tantas desolaciones que sufre el mundo.

Pasemos de la teoría a la fe, de lo ritual a la experiencia vital. No nos cerremos a las preguntas de nuestra razón: ¿es posible sentirse resucitadas en este tiempo de amenazas de muerte? ¿Cómo cantar un Aleluya en esta situación?

Sólo lo comprenden aquellas personas que han recibido el regalo de una revelación: “Se les apareció”. No dice: “lo buscaron por todas partes hasta encontrarlo”. Hoy como ayer, el Señor nos sigue “saliendo al encuentro” y nos convoca para “verle” y para “anunciar” la alegre noticia de su resurrección. Lo nuestro es acudir a su cita pues sabemos que él “va delante” de nosotras.

Por eso, preguntémonos: ¿Qué significa para nosotras creer en la Resurrección? ¿Tiene ello alguna influencia en nuestra forma de entender y vivir la vida cristiana? ¿Qué porvenir podemos esperar?

“Ha resucitado de entre los muertos”: ¿Qué aspectos del misterio pascual de Jesús te permiten entender mejor este pasaje de Mateo?

No temáis”: ¿Qué temores te ayuda a disipar el Resucitado? ¿Vives tu relación con él desde la confianza?

Con temor, pero con mucha alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos”: ¿En qué sentido te estimula la actitud de esas mujeres a vivir y transmitir la buena noticia de la resurrección?

Id a decir a mis hermanos…”: ¿De qué manera podríamos continuar nosotras hoy ese proyecto de fraternidad que el Señor puso en marcha la mañana de Pascua?

“Ha resucitado…y va delante de vosotros”: ¿Cómo podrías expresar la esperanza que provoca en ti la fe en la resurrección de Jesús?

Cada vez que oramos, hermanas, nos encontramos de nuevo con el Resucitado, que sale a nuestro encuentro. Adorémosle y dejemos que cambie nuestro temor en alegría. El cirio pascual nos recuerde en esta cincuentena lo expresado en el salmo 117: “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Mantengamos siempre la alegría, siempre alegres en un Dios que lo trasciende y lo transforma todo.

“¿Dónde está muerte tu victoria?” (1 Cor 15,55) La perspectiva de “la resurrección lo cambia todo”.

El Espíritu que nos hace nacer de nuevo, no nos saca de este mundo, no nos lleva de “aquí” a “allá, sino que inicia aquí la transformación final: “transformados por la renovación de vuestra mente” (Rom 12,12).

La humanidad no se deshace en la medida en que los habitantes del planeta van muriendo y completando su vida terrestre, es trasladada y recibe una nueva y misteriosa forma:  ¡la resurrección lo transforma todo!

Y así sucede en nuestra congregación. Esta es nuestra esperanza. La resurrección lo transforma todo. Basta que tu como misionera agustina recoleta te entregues totalmente, íntegramente al Dios-Amor y Él proveerá. Vive con intensidad -siguiendo la Liturgia- los próximos 50 días. Y ya vendrá el Espíritu que nos lo enseñará todo y nos  llevará a la Verdad plena.  ¡Qué hermoso itinerario para nuestro capítulo general!

Aprovecho este comunicado para recordarles que el próximo 22 de abril a las 5.30 de la tarde de España tendremos el segundo encuentro de misión compartida con religiosas y laicos. Con tiempo pediré los correos de los laicos que creáis deben participar y enviaremos el enlace.

¡Feliz Pascua de Resurrección!. Madre de Consolación, ruega por nuestra congregación.

Leganés, 7 de abril de 2023

Nieves María Castro Pertíñez

Superiora general