8 de marzo Día de la mujer

Desde 1975 cada ocho de marzo tiene un color y un espíritu propio que le identifica.  En este día pensamos, oramos, recordamos y nos comprometemos con los orígenes de lo que hoy es acogido como la celebración del día de la mujer, es decir, caemos en la cuenta del largo proceso aún vigente del reclamo de igualdad para toda mujer trabajadora. 

En este año y en este contexto, nuestra comunidad recibió la insospechada sorpresa de que una de nuestras hermanas había sido elegida -por el pueblo de las Gabias y específicamente por las autoridades del Ayuntamiento- junto a otras cinco vecinas del pueblo para ser reconocidas por medio de un homenaje público.

Se trataba de nuestra hermana Adora, como cariñosamente le llamamos… y se trataba también de nuestra comunidad que en ella y en este detalle agradecía a Dios por las bendiciones que ha ofrecido y sigue ofreciendo a sus hijos por medio de la presencia amable y cercana de Adora.  Sin duda alguna más que el reconocimiento como tal, dicho acontecimiento ha representado la oportunidad para profundizar y conocer parte de la  historia de Adora pues todas de una u otra forma colaboramos en la semblanza biográfica que fue leída en la ceremonia; así mismo la oportunidad de reconocer en Adora un don de Dios para todos los que la conocemos así como la pasión y entrega que toda mujer consagrada está llamada a vivir, por y en amor a Dios y a sus hijos.

A continuación compartimos con mucho cariño, la semblanza biográfica.

Sor Adoración Salcedo Martínez, Misionera Agustina Recoleta, nació  el 17 de febrero, de 1940, en un pueblo de Jaén,  llamado Villarrodrigo, con unos doscientos y pico de habitantes, en aquella época. Sus padres fueron Miguel y  Adoración. Tuvieron  ocho hijos. Entre sus hermanos  Adora, (como familiarmente se le llama) ocupaba el tercer lugar.  Fue bautizada e hizo la primera comunión en su  parroquia.

Sintió  muy pronto la llamada del Señor, pues desde pequeña decía  a  su madre  que quería ser monja; pasaba el tiempo y no se olvidaba, seguía con la idea.  Mientras tanto  perteneció, con un grupo de amigas, a la asociación de “Hijas de María”, y estaba comprometida en varias actividades parroquiales.

Llegó a su juventud  y entonces decidió marcharse a un convento que estaba en  un pueblo de Navarra, Monteagudo, pueblo pintoresco, al pie del Moncayo, donde estaban las religiosas misioneras agustinas recoletas. Allí  llegó el día 24 de mayo de 1964 y empezó su formación  con el primer paso: “el Postulantado” y seguidamente el segundo paso: “dos años de  Noviciado”. Al termino del mismo hizo su primera profesión, con mucha alegría y convencida de su entrega total al Señor.

En Monteagudo permaneció ocho años más y desde ahí, fue enviada al “Asilo San Cristóbal”, en las Gabias, Granada, donde trabajó con los ancianos que había por los años setenta y uno  o  setenta y dos:  Juan Andrés, María, Francisca, José, Nieves y otros. Todos vivían como en familia y ayudaban en las tareas del Asilo.

Además de asistir a los ancianos colaboraba en la Parroquia con la  formación de niños y jóvenes, en los grupos llamados “Montañeras de Santa María”.  Visitaba enfermos en sus casas y siempre llevaba el consuelo y la fortaleza del Señor a todo el que necesitaba.

Después de unos años fue trasladada a Pamplona a una Residencia de chicas Universitarias; como buena misionera combinaba su trabajo y atendía en la catequesis parroquial a un grupo de niños de primera comunión.

Desde Granada dio el salto a Ecuador, enviada primero a la Misión indígena de Guamote en la provincia de Riobamba, región del Chimborazo. Allí iba Sor Adora caminando a compartir la  Buena Noticia del amor de Dios con las comunidades y entre los pobres, su vida se  enriqueció, recibiendo más de lo que daba.  Volvió a Quito, donde permaneció dos años.

En 1983, vuelve a Gabia, siempre inquieta, motivada por un fuerte espíritu misionero, continúa evangelizando, y conoce a Gabia y a los gabirros mejor que a su pueblo.   Pasados algunos años, en el 2006, Sor Adora fue destinada a Morón, Cuba, un pueblo grande, y una  misión difícil, colabora con la comunidad y se dedica a acompañar y apoyar a las familias en su  fe, visitar a los enfermos llevándoles la comunión; además de esto, continua preparando con la catequesis a adultos para recibir el sacramento del bautismo y la primera comunión.

De Cuba fue enviada a Venezuela, a la Misión de Atapirire donde las misioneras agustinas re- coletas tienen una comunidad, en una Vicaria que comprende  cuatro  pueblos, con una distancia enorme entre ellos por caminos y malas carreteras.  En esa misión siempre  andaba sor Adora  entre los más pobres y necesitados.  En Atapirire comienza una nueva etapa, difícil, relacionada con su salud, y ya que en la misión no había  medios, fue trasladada a Maracaibo, inmediatamente le atienden y le diagnostican cáncer de colon. Fue operada, estuvo muy grave y cuando los médicos indicaron que podía viajar, volvió  a España, donde le pusieron el tratamiento adecuado y fue mejorando. Su actitud ante la enfermedad y la confianza depositada en  Dios, son ejemplo claro  de una mujer fuerte que da ánimos a quienes le conocen.

Desde el año 2014, Sor Adora nuevamente se encuentra en el pueblo de las Gabias, como siempre incansable, visitando familias y enfermos, llevándoles la comunión, alimento de sus almas, escuchando, consolando e invitando a  que sigan  al Señor, bueno y misericordioso con todos.

La comunidad de hermanas con la que actualmente vive, agradece a Dios por su testimonio lleno de alegría, sencillez, cercanía, perseverancia, disponibilidad y compañía fraterna.  En este día, se goza del homenaje ofrecido por el pueblo de las Gabias y de manera especial  por las autoridades municipales,  y  ruega a Dios que le permita seguir anunciando su amor entre sus hijos gabirros.

Las Gabias, 8 de marzo de 2017

 

 

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