+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, Jesús dijo:

«Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.

El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.» Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

La perícopa del buen pastor es una larga exposición (10,1-18) simbólico-alegórica, que contiene varias partes. En primer lugar, a través de la una comparación, Jesús legitima su propósito de sacar a sus seguidores fuera de la institución judía (vv1-6); a continuación, habla de sí como única alternativa de vida: él es la puerta verdadera (vv7-10); por último, se presenta como modelo de pastor: el buen pastor; porque, a diferencia de los asalariados, que buscan su interés, él da todo, incluso la vida, por los suyos (vv11-18). Los versículos 19-21 recogen la reacción que sus palabras causan en los dirigentes judíos.

Para comprender bien este pasaje es necesario situarlo en su contexto y tener en cuenta lo que le antecede y lo que le sigue. El contexto de la perícopa del buen pastor no es nada bucólico, sino tensional; y de trasfondo tiene un conflicto, unas acusaciones muy duras entre Jesús y los dirigentes judíos, identificados unas veces con los “fariseos” y otras simplemente con “los judíos”. Basta leer todo el capítulo 9 para captar toda esta tensión.

Nos angustia la masificación y el borreguismo. Y, sin embargo, bíblicamente, el rebaño es un símbolo usado con frecuencia para designar al pueblo de Dios, que anda como “ovejas sin pastor”.

El buen pastor es Jesús. Los demás necesitamos aprender todavía mucho. Todos. Él es el buen pastor  por estas y otras muchas razones:

  1. Conoce” a los suyos, a los que están junto a él y a los que viven lejos, con un conocimiento que proviene del compromiso (v.14).
  2. Los “defiende” de los peligros, no los abandona ni huye (vv.12-13).
  3. Da la vida” por todos, es decir, no es un simple asalariado que se preocupa del sueldo y que huye cuando llega la dificultad. Ama hasta dar la vida (vv. 11 y 15).
  4. Reúne” en la unidad a los que están dispersos, los atrae y reconcilia (v.16).
  5. No recluye a los suyos. Acompaña a los creyentes en su liberad de vivir y de comprometerse con la vida de los demás. (Ulibarri, F).

SAN AGUSTÍN COMENTA. Jn 10, 11-18: Si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos.

Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen (Jn 10, 27). Aquí descubro a todos los buenos pastores en uno solo. Pues no faltan los buenos pastores, pero se hallan en uno solo. Los que están divididos son muchos. Aquí se anuncia uno solo, porque se encarece la unidad. En verdad, si aquí no se habla de pastores sino de un solo pastor, no se debe a que el Señor no haya encontrado a quien confiar sus ovejas. Entonces las confió porque encontró a Pedro; más aún, hasta en el mismo Pedro de encareció la unidad. Eran muchos los apóstoles y sólo a uno se dice: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 16). ¡Lejos de mí decir que faltan ahora buenos pastores; lejos de mí pensar que lleguen a faltar; lejos de su misericordia el que no los engendre y constituya como tales! En efecto, si hay buenas ovejas, hay también buenos pastores, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores. Pero todos los buenos pastores están en uno, forman una unidad. Apacientan ellos: es Cristo quien apacienta. Los amigos del esposo no profieren su voz propia, sino que gozan de la voz del esposo.

(…)  Les ruego, hermanos, que todos anuncien lo mismo y no haya entre ustedes divisiones. (1 Cor 1, 10). Oigan las ovejas esta voz ajena a división, expurgada de toda herejía, y sigan a su pastor que dice: Mis ovejas oyen mi voz y me siguen. Sermón 46, 30

¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?

Detenerse y examinar las diferentes propagandas de partidos y organizaciones, de televisión, modas, revistas, etc. Ver qué ofrecen, qué piden, qué buscan en mí, qué dan de verdad. ¿Satisfacen mis anhelos y demandas, o me dejan nuevamente a la intemperie?

Dejarse conocer, amar y guiar por Jesús. No es fácil aceptar la gratuidad; y no es fácil creer y asumir que alguien nos ama más y mejor que lo que nos amamos nosotros mismos.

-Proclamar con alegría que el Señor es mi pastor. Lo ha sido y lo es. Me llama por mi nombre, me acompaña, me cuida y protege, me lleva por valles y pastos, no me deja solo/a, me respeta y me ama…Decir con sentimientos propios la plegaria: “El Señor es mi pastor” o el salmo 23.

Descubrir la vida que hay en mí. Ser consciente de lo que he recibido y recibo, de lo que me ayuda a ser abriéndome horizontes y sanándome.

Saber acercarse y estar junto a los que andan perdidos, necesitados, sin pastor; mal conducidos. Orar es salir fuera y proseguir la obra de Jesús. Orar es tomar conciencia y responsabilizarme de quienes necesitan ayuda, acogida, luz, un hombro amigo.

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

El Señor es mi pastor, nada me falta.

En verdes praderas me apacienta, me conduce hacia fuentes de descanso y repara mis fuerzas.

Conoce mis proyectos e ilusiones, me guía por caminos de justicia, me ensaña los tesoros de la vida y silba canciones de alegría, por el amor de su nombre.

Cada día, con gracia renovada, pronuncia mi nombre con ternura y me llama junto a él.

El Señor es mi pastor. Él busca a las que están perdidas, sana a las enfermas, enseña a las erradas, cura a las heridas, carga con las cansadas, alimenta a las hambrientas, mima a las preñadas y da vida a todas.

¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía con su presencia cargada de vida! (Ulibarri, F).

Oración

Dios todopoderoso y eterno,
condúcenos hacia los gozos celestiales,
para que tu rebaño, a pesar de su debilidad,
llegue a la gloria que le alcanzó la fortaleza Jesucristo, su pastor.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.