Caracas es una ciudad llena de inmigrantes venidos de Europa y varios países de América Latina y la zona de la Candelaria, a la cual llegamos hace 60 años; es la cuna canaria de la ciudad. Sus calles estrechas están llenas de comercios y de gente que va y viene. Estar entre sus calles es sentirse en un pueblo.

En la parroquia del lugar está la tumba del Dr. José Gregorio Hernández; allí reposan sus restos mortales. En el año 2020 el Papa Francisco ha declarado Beato al venerable médico de los pobres. Este acontecimiento dio lugar a la exhumación de su tumba y el análisis pertinente para envío de una reliquia de primer grado al Vaticano y después de su proclamación a todas las diócesis del país.

Caminando por sus calles me encontré en una ferretería con el párroco de la Candelaria, a quien amablemente fui presentada por los dueños del local, conversamos y nos invitó como congregación a peregrinar a la parroquia donde están los restos del Beato. Sin dudar le dije que sí; con mucho gusto iríamos todas las hermanas que hoy estábamos en Venezuela y más aún pues estábamos en la coyuntura del cierre de la comunidad. El día elegido fue el 2 de enero de 2021.  Estuvimos presentes: Consuelo Ruiz, Guadalupe Martínez, Amparo Téllez, Teresa Castaño, Simonia Natal, Marina García, Lucelia Ramírez, Delis Romero y Antonia de Dompablo, amiga de la comunidad y quien gentilmente nos facilitó el transporte.

La experiencia fue más de lo esperado, fue un regalo, un privilegio. El párroco P. Gerardino Barracchini, nos llevó al lugar donde reposan sus restos, allí nos explicó todo el proceso de la exhumación y pudimos rezar frente al científico, médico, hombre de fe… una experiencia inexplicable que sirvió para: entregar a Dios, a través del Beato, a nuestra congregación, de despedida a las hermanas que han sido trasladadas a otro país, de reencuentro con la parroquia a la cual llegaron nuestras hermanas para encargarse de la escuela parroquial. La peregrinación culminó con nuestra participación en la eucaristía. Ciertamente nada ocurre por casualidad; en este año 2021 cumplimos 60 años de haber llegado a la ciudad de Caracas. También con mucho dolor salimos de la capital de la república y del Colegio Nuestra Señora de la Consolación a los 44 años de fundado. Dimos gracias a Dios por esta experiencia religiosa muy especial y de fe honda.

Las decisiones que se toman todas tienen sus consecuencias y la historia nos dirá si fue una decisión acertada. Venezuela necesita el anuncio del Reino, el acompañamiento en el dolor y la miseria que sufre el pueblo. La educación es un areópago de primera línea.

Al día siguiente, 4 de enero, se celebró la última eucaristía con presencia de las hermanas, en la comunidad del Colegio Nuestra Señora de la Consolación, presidida por el Párroco Enrique Alaña. Participaron, además de las hermanas antes mencionadas, los laicos: Dr. Alfredo Halabí, Carmen Cecilia Halabí, Dr. Alexander Mora, Rosa de Mora, Ana Sofía Ángel, Yolanda Méndez y el seminarista César. Se leyó el protocolo de cierre y el sacerdote tuvo unas hermosas palabras para las hermanas. Ojalá este cierre abra las puertas a nuevas alternativas y sea solo una pausa histórica para retomar fuerzas. Recordamos especialmente a todas las hermanas que pasaron por la comunidad y fueron artífices de su fundación y crecimiento.

Dios bendiga a la comunidad educativa del colegio y la labor de formación tan necesaria hoy en día en nuestro país pueda seguir siendo llevada con calidad y pasión.                        

Hna. Delis Romero

Caracas, enero 2021