El día 3 de Junio Víspera de Pentecostés, fue el día escogido por nuestra comunidad, para el cierre del año vocacional, convocado para  celebrar los 50 años de la partida a la Patria celestial de  Madre Esperanza Ayerbe de la Cruz.

Para la celebración el Secretariado de Pastoral Vocacional, propuso hacerlo con los familiares de las religiosas vivas y difuntas presentes en la ciudad. Esta iniciativa tuvo buena acogida entre las hermanas que colocaron a disposición de las organizadoras, los teléfonos para lograr contactarlos. Así fue que a la cita en el auditorio del Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Cali; al cual acudieron 91 personas, rostros muy cercanos, otros que apenas conocíamos, pero con gran sentido de familia. Fue muy grato el reencuentro con personas que apenas conocíamos de nombre y con otros cuya cercanía las hace familia como el caso de los integrantes de FRAMAR y profesores del Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Cali.

En el encuentro celebramos la Eucaristía,  donde se presentaron las fotografías de los fundadores, el escudo de la congregación , las banderas de los países donde estamos presente o donde han salido vocaciones. La celebración estuvo presidida por el P. Luis Carlos Estrada, que orientó la  reflexión en torno  a la gran solemnidad del Espíritu Santo y el llamado a la vocación que Dios nos hace a cada uno de sus fieles, colocando como modelo los fundadores, destacando  la audacia y fidelidad de su respuesta. 

Terminada la Eucaristía se compartió un video de la historia de nuestra congregación, dinámicas dirigidas por la hermana Jessica López  y se compartió  el proceso que se adelanta por parte de la Iglesia al reconocer la santidad de Madre Esperanza. Todos estuvieron  muy atentos e interesados en profundizar más en el conocimiento de nuestra congregación  y en el carisma, despertando el sentido de pertenencia a la familia Misionera Agustina Recoleta y su aporte a trabajar por la continuidad del carisma.

Al final se compartió un sencillo refrigerio signo de la mesa  fraternal vivida en la Eucaristía  prolongada en el encuentro con el otro, facilitando el intercambio de saludos y conocimiento de personas que hacían sentir que todos formamos  una sola familia que tiene como apellido “MISIONERAS AGUSTINAS RECOLETAS “.

Todos agradecieron la invitación y pedían volver a encontrarnos para acercar más los lazos familiares, reconociendo la importancia de la cercanía entre hermanas y familias.

Para nosotras queda el compromiso de continuar tejiendo redes fraternas, en torno al compromiso de proyectar el carisma, empezando por los más cercanos, para que otras se animen al seguimiento de Cristo,  transitando por los caminos de nuestro carisma. 

 

 

Hna. Olga Vega

 

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