Queridos lectores:

Estamos haciendo la presentación de CAMINOS MAR, revista de toda la congregación en esta nueva etapa que estamos viviendo. Ella intenta, en este primer número, recordarnos que estamos en fase de reestructuración y revitalización, fase que, si miramos bien, durará toda la vida; nunca estaremos hechas y siempre estaremos en camino, buscando incansablemente la voluntad de Dios al hilo de su Palabra, de los acontecimientos y de la sociedad en que vivamos el hoy de nuestras vidas.

CAMINOS MAR pretende dar a conocer el acontecer de la congregación, las experiencias más significativas y/o las que deseemos compartir, muy conscientes de que todo no se podrá comunicar, ni tampoco, por mucho que escribamos, podremos reseñar toda la vida plena en Cristo, vivida en cada una de nuestras comunidades.Sabernos una familia, con un bien común que tenemos que cuidar y amar, nos puede ayudar a fortalecer nuestro sentido de pertenencia y nuestro carisma de comunión y solidaridad.

Somos misioneras. Desde el día de nuestro bautismo en que recibimos el don del discipulado y la misión, Dios sembró la semilla de la fe que ha ido creciendo en el tiempo. A todas nos han precedido misioneras y misioneros, testigos del evangelio que nos han anunciado a Cristo y gracias a ellos también hemos podido descubrir y acoger el don de la llamada y vocación en esta congregación.

Por eso, esta revista nace en el marco del mes misionero que siempre hemos recordado, pero este año, por querer del papa Francisco, es extraordinario. Se nos está recordando el mandato misionero: “Id y anunciad a todos el evangelio…” donde se nos urge la misión de testimoniar la fe y darla a conocer a muchos que aún no han recibido el don de la Salvación, y tal vez estén muy cerca de nosotros. Por carisma propio, somos misioneras “llamadas a potenciar el compromiso de nuestro bautismo y de nuestra consagración religiosa, cooperando a la extensión y dilatación del Cuerpo de Cristo, para llevarlo cuanto antes a la plenitud” (CC.4), por tanto, la misión en nosotras debe tomar un nuevo impulso.

En este camino, no estamos solas, los fieles laicos nos acompañan; ellos comparten con nosotras el carisma y están incluidos en este proceso de reestructuración y revitalización. Con ellos abriremos nuevos horizontes, aprenderemos juntos a ser iglesia y a ser comunión, de forma que podamos ser una familia evangelizada y evangelizadora.

Que al entrar en estas páginas podamos agradecer a Dios tantos dones recibidos en este derrotero que se presenta, en estas fotos y experiencias, pero sobre todo en sabernos todas mirando en una misma dirección. Con cada una de las misioneras agustinas recoletas me uno en oración y acción de gracias.

Hna. Nieves María Castro Pertíñez