VENERABLE MADRE ESPERANZA AYERBE DE LA CRUZ,

Por: Alejandro Archila Castaño

(Director del Museo de Arte Colonial y Religioso La Merced)

En el imaginario colectivo está la idea de que las misiones, especialmente las que se refieren al ámbito religioso, son generalmente actos heroicos que se llevan a cabo en lugares recónditos del planeta con personas marginadas, a las que hay que llevarles la idea de Dios para que mejoren sus vidas y salven sus almas.

Todo lo cual se acompaña de obras de infraestructura, para que quede claro que el concepto de Dios no es algo abstracto y circunscrito únicamente al plano espiritual, sino que se traduce también en bienestar social y en una mejor calidad de vida.

No obstante, lo anterior, que da una idea de que la misión es sinónimo de acción, y la acción de hechos destacados o de obras materiales, es importante recordar que hay otras formas de misión y, por lo tanto, de acciones que se traducen en obras, no necesariamente materiales sino espirituales y cuya eficacia puede tener consecuencias en ambos planos, tanto en el material como en el espiritual. Hablamos de las nombradas obras de misericordia, y entre ellas, por supuesto, de las espirituales.

La Venerable Madre Esperanza Ayerbe de la Cruz, en su vida misionera, sin duda alguna, practicó las unas como las otras, de ello dan fe las más de 600 páginas de la “Positio” de su causa de beatificación…, sin embargo, aquí nos vamos a centrar en uno de los dones más destacados con que Dios la dotó: el de la sabiduría.

Gracias al ejercicio de la cual brotaron de sus labios algunos consejos tanto de alto contenido espiritual como de la simpleza de la vida cotidiana que, por los testimonios de quienes la trataron, hoy los conocemos y de los cuales presentamos a continuación una pequeña selección que, quizás, pueda seguir cumpliendo con la “misión” de acercar a quien las lea, un “poquito” más a Dios:

– Sobre la perfección en las cosas de Dios:

“Diga a todas que aprovechen ahora que están buenas para hacer algo por Dios. Que desechen todo lo que conduzca a una vida ancha en el camino de la santidad como una traición hecha a Aquel que nos dijo: «Sed perfectos como es perfecto nuestro Padre Celestial»”.

(Testimonio de sor Rosa López Manrique, MAR. Pág. 13).

“Hija, no hace falta correr tanto; las cosas hay que hacerlas bien porque se hacen por Dios”.

(Testimonio de sor Encarnación San Martín, pág. 182)

“Estableció una costumbre para que nos ayudáramos en la presencia de Dios: Cuando estábamos trabajando en silencio, en la sala de labor, decía la encargada: «¿Qué hora es?», y todas a una contestábamos: «La hora de amar a Dios». Esto, según ella, por si acaso tuviésemos la mente dispersa, recordásemos la presencia de Dios”.

(Testimonio de sor Catalina Echauz Belloso, pág. 275)

“No servimos a cualquier señor, sino al Señor de los señores, somos esposas del Rey”.

(Testimonio de sor Mary Castaño Villegas, pág. 374)

– Sobre el perdón:

“Ya me lo has contado a mí, yo te perdono, ahora pídeselo al Señor”.

(Testimonio de sor Resurrección Martínez Martínez, MAR. Pág. 31).

“Dios es misericordioso, Él nos perdona siempre”.

(Testimonio de sor Resurrección Martínez Martínez, MAR. Pág. 34).

“Ha habido una religiosa que me ha hecho sufrir mucho. Y yo me propuse quererla mucho, pagarle con amor lo que me ha hecho sufrir y lo conseguí. Y ahora que voy a morir, te pido que sigas queriéndola como yo la he querido”.

(Testimonio de sor Carmen Ayerbe Castillo, MAR. Pág. 43).

– Sobre la oración:

“Si no nos llenamos de Dios, ¿cómo vamos a darlo a los demás?”

(Testimonio de sor Carmen Ayerbe Castillo, MAR. Pág. 42).

“No busques en otra cosa la fuerza, sino solamente en la oración, en la vida litúrgica y sacramental, en el culto a la Eucaristía”.

(Testimonio de Edesia Calvo Pérez. Pág. 83).

“El que ora se salva”.

(Testimonio de José María Jarauta, pág. 147)

“La oración es una cosa muy sencilla: Tratar con el Señor, estar como el hijo con su padre o su madre; contárselo todo, y pedirle lo que se necesite espiritual o corporalmente. Todo está encerrado en el Padrenuestro: decirlo muy despacio, pensando bien las palabras”.

(Testimonio de sor María Dolores Ogando Burillo, pág. 166)

“Vamos primero a pedir luces al Señor”.

(Testimonio de sor Yolanda Cuervo Lloreda, pág. 343)

-Sobre la fe:

“Ya saldremos adelante, Dios nos ayudará”.

(Testimonio de Edesia Calvo Pérez. Pág. 84).

“La victoria no consiste en vencer siempre, sino en no desalentarse nunca”.

(Testimonio de José María Jarauta, pág. 150)

– Sobre la vocación religiosa:

“Dios nos ha elegido sin mérito alguno de nuestra parte”

(Testimonio de Edesia Calvo Pérez. Pág. 85).

– Sobre el espíritu de sacrificio:

“Aún puedo sufrir más por Él”.

(Testimonio de sor María Araceli Azurza Ayerbe. Pág. 97).

“Aprovechemos el tiempo para santificarnos con estas pequeñeces que nos hacen sufrir, con estos alfilerazos que cuanto más finos, penetran más adentro. Esta es nuestra labor de cooperación para formar en nosotras la imagen del único Amor, tan bello y tan enamorado de nuestras almas pobrecitas”.

(Testimonio del sor Visitación Gallardo La Torre, MAR, pág. 289)

– Sobre la pobreza:

“Qué rica es la pobreza”.

(Testimonio de sor María Araceli Azurza Ayerbe. Pág. 99).

– Sobre la humildad:

“Si supieran que yo solo tengo una primaria, ¡y de pueblo!”.

(Testimonio de sor Asunción, pág. 241)

– Sobre los deberes sacerdotales:

“Dios quiere que los creyentes se ayuden, se enseñen mutuamente, se adoctrinen unos a otros. Y uno de los deberes de los sacerdotes es precisamente este: servir de orientación en la búsqueda de Cristo”.

(Testimonio del Rvdo. Francisco Zabala Mendiola, OFM cap., pág. 284)

– Sobre el amor:

“La delicadeza del amor no se manifiesta en los grandes hechos sino en los pequeños detalles”.

(Testimonio de sor Consuelo Ruiz, pág.304)

– Sobre el alma:

“Que tu alma sea tan transparente como el cristal, pero no tan frágil que con el menor golpe se rompa”.

(Testimonio de Mariela Suárez, pág. 356)

– Sobre aspectos cotidianos:

“Tengo por norma no tardar más de cinco días en contestar una carta”.

(Testimonio de sor María Araceli Azurza Ayerbe. Pág. 99).

“Tomo un caramelo después de cada comida solo como medicina”.

(Testimonio de sor María Araceli Azurza Ayerbe. Pág. 99).

“Ve, mis monjas son las más majas de todas”.

(Testimonio del P. Juan M. Gutiérrez, pág. 195)

“Si no ha habido Misa, no hay mesa”.

(Testimonio de sor María Begoña Noguerol, pág. 262)