“Auméntanos la Fe”

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17,5-10.

En aquel tiempo, los Apóstoles dijeron al Señor:

-Auméntanos la fe.

El Señor contestó:

-Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor, cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ¿ven y ponte a la mesa?»

¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»

 

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

COMENTARIO

En el c.17 Lucas reúne una serie de dichos de Jesús sobre la vida de la comunidad. En primer lugar, los discípulos piden un “aumento de fe”. Es llamativo y hasta consolador el que duden los discípulos, ya que, según Lucas, esto no les aparta del círculo íntimo de Jesús, ni tampoco, por ser discípulos, se ven preservados o dispensados de la lucha por la fe. Sobre el fondo de la incredulidad general, los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva que descubriría en todo la presencia del Señor. En parecida situación se encuentra muchas veces el creyente de nuestros días.

La mostaza es la más pequeña de las semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto (/Mt/13/23;/Mc/04/31). Se trata aquí de la primera opción, del primer paso para acercarse al reino. El traslado de las montañas es un tema del AT (cf.Is 49,11;40,4) y describe la supresión escatológica de todos los obstáculos que se oponen al Reino de Dios, aunque aquí convenga interpretarlo mejor como una hipérbole que ilustra no tanto el poder de la fe cuanto el poder de Dios, que se hace ostensible y real en la debilidad confiada de los discípulos. Maravilla del que confía en Dios.

El contexto, en el que el siervo es verdaderamente útil, muestra lo forzado de la expresión. Pero se aplica bien a los discípulos. No es que Jesús busque una falsa humildad de sus amigos haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse indispensable, sino que, por la gracia de Jesús, porque él quiere que sea así, el creyente entra a formar parte del reino. No hay otros méritos que los de Cristo. La tarea del cristiano es ser consecuente con la fe en Jesús que le capacita para el reino. La fe y el orgullo caminan por senderos distintos (1 lectura). EUCARISTÍA 1989/46

SAN AGUSTÍN COMENTA

Lc 17, 3b-10: Fe inicial y fe adulta

Jamás se engría la humana soberbia, puesto que Dios premia con sus bienes sus propios dones. Pero este que ora ya y dice: Retribuye a tu siervo (y así) viviré, si estuviese muerto del todo, no oraría; pero, con todo, recibió el comienzo del buen deseo de Aquel a quien pide la vida de obediencia. Quienes decían: Señor, acreciéntanos la fe, esto es, los apóstoles, tenían ciertamente alguna fe, lo mismo que aquel que confesaba su incredulidad y no negaba su fe, ya que, al ser preguntado si creía, contesta: Creo, Señor; ayuda a mi incredulidad. Por tanto, habiendo comenzado a vivir, pide vida al que creyendo pide obediencia; no premio por haberla cumplido, sino ayuda para cumplirla, ya que, acrecentándosele la vida, va vivificándose en todo tiempo el que se renueva de día en día. Comentario al salmo 118, 7,3

 

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

– Los apóstoles le dijeron al Señor: “Acrecienta nuestra fe” (Lc 17,5) ¿cómo es tu fe?

– ¿Por qué crees que los siervos son llamados “inútiles”?

– ¿Qué medios puedes usar para conocer lo que tienes que hacer, es decir, la voluntad de Dios?

– ¿Qué luces me da el texto? ¿Qué retos me plantea como discípula/o-misionera/o?

 

¿QUÉ NOS HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Oímos al testigo y expresamos nuestro compromiso

“Al sentirnos completamente solas, abandonadas de todo el mundo, fue cuando Dios nos hizo sentir que nada podíamos esperar de nadie y sí esperarlo todo de El. Cuando nos entregamos a su voluntad y nos pusimos en sus manos, fue cuando El empezó a obrar…”(M. Carmela)

 

 

Oración

Dios todopoderoso y eterno,

que con amor generoso

sobrepasas los méritos y los deseos de los que te suplican,

derrama sobre nosotros tu misericordia

perdonando lo que inquieta nuestra conciencia

y concediéndonos aún aquello que no nos atrevemos a pedir.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios, por los siglos de los siglos.