INTRODUCCIÓN

El contexto del evangelio de Juan que leemos este domingo, es el discurso de despedida después de la cena. En el capítulo 13 el centro es Jesús. En el 14, el centro es el Padre (aparece 25 veces). El ambiente es de inquietud. La traición de Judas, el anuncio de la negación de Pedro, el anuncio de la partida. Todo es inquietante. Está justificada la invitación a la calma y a la confianza. La clave del mensaje en este capítulo es la relación de Jesús y la de sus discípulos con el Padre. (Fray Marcos)

LECTURAS DEL DÍA

1ª lectura: Hech. 6, 1-7.         

2ª lectura: 1Ped. 2, 20b-25

EVANGELIO

Juan 14, 1-12:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN

1.- ¡Señor, muéstranos al Padre y nos basta! Esta bella expresión de Felipe no podría entenderse sin una constante referencia de Jesús al Padre. (25 veces en solo este capítulo). Para Jesús su Padre lo es todo.  Con razón decía que no tenía casa. Era el Padre el cielo que le cobijaba, el suelo que le sostenía, el aire que respiraba, el pan que le alimentaba,  el vino que le alegraba y la  almohada donde reclinaba  su cabeza en momentos de agobio y de fatiga. Tan penetrado está de la presencia del Padre que “el que ve a Él está viendo al Padre”. Cuando Jesús se define como Camino, Verdad y Vida, significa: camino hacia el Padre; verdad del Padre y vida en el Padre.

2.– Jesús, Camino hacia el Padre. El gozo de Jesús es el poder revelarnos al Padre. Para eso ha venido a este mundo. No ha venido a decirnos que Dios existe, sino que Dios es un Padre maravilloso que nos ama siempre y no puede dejar de amarnos. Con un Padre así se acabaron los miedos, los sobresaltos, las angustias, las tristezas, las soledades en este mundo. Y, al final, el mismo Padre nos espera en una casa muy grande donde   hay sitio para todos. Qué palabras tan consoladoras de Jesús: “Quiero que donde esté yo estéis también vosotros”. Quiere que participemos de su propia felicidad. El ya no sabe, no quiere vivir nada sin nosotros. Jesús ha vivido con el Padre en un verdadero “jardín interior”. Y de ese jardín quiere que participemos todos ya aquí en este mundo. Y, después de la muerte, en el cielo y para siempre.

3.– Jesús Verdad del Padre. En este mundo limitado y fragmentario hablamos de “verdades”. En el mundo de Dios donde todo es completo y perfecto, sólo se habla de VERDAD. Jesús  no tiene verdades. Él es LA VERDAD. La misma verdad del Padre. Por eso es la pura transparencia, la perfecta  harmonía,  la  coherencia suprema. Lo que Jesús decía no era sino “la glosa” de su vida en el Padre.

4.– Jesús, Vida en el Padre. Jesús posee esa misma vida del Padre que estaba en Dios desde el principio y de esa misma vida nos ha hecho partícipes a nosotros. “De su plenitud hemos participado todos” (Jn.1,16).  Por eso el empeño de Jesús es que  tengamos vida, pero no una vida a medias, una vida mediocre, una vida limitada,  una vida malograda, sino una vida en plenitud.  Con Jesús da gusto vivir. Con Jesús se saborea la vida. Con Jesús la vida fluye como de un manantial. Estando con Jesús siempre cabe lo nuevo, lo inédito, lo irrepetible. Con Jesús puedes estrenar la vida cada día y en cada instante.

PREGUNTAS

1.- ¿Caigo en la cuenta de lo que significa en mi vida tener a Dios por Padre?  ¿Por qué se nota tan poco?

2.- Si el que me va a salir a esperar en la otra vida es mi Padre, ¿Por qué me da tanto miedo un viaje tan fantástico?

3.-   Si mi Padre Dios me quiere tanto, ¿Para cuándo espero comenzar a vivir un cristianismo de paz, de gozo, de esperanza, de ilusión?

Este evangelio, en verso, suena así:

Jesús dice a sus discípulos palabras de «despedida»

y los anima a vivir sin miedos, con alegría.

Él se vuelve a preparamos la «casa definitiva»,

donde, juntos con el Padre, viviremos en familia.

Antes de marchar nos pide, como fiel y experto Guía:

«Creed en Dios y en mí mismo: Camino, Verdad y Vida».

Jesús, imagen del Padre, nos llama a ser «piedras vivas»,

a recorrer su camino de paz, de amor y acogida.

Todos los demás caminos conducen a la «mentira».

Las flores que nos prometen se convierten en espinas.

Lo triste es que no queremos marchar en su compañía.

¡Tanto tiempo con nosotros y nuestra fe está dormida!

Señor, haz que caminemos llevando en nuestra mochila

el Libro de tu Palabra Y el Pan de tu Eucaristía.

(El autor de estos versos es José Javier Pérez Benedí)

Fuente: tomado de la web de la diócesis de Aragón.