Somos llamadas a testimoniar a Jesús mismo, su amor y su misericordia a los hijos de esta humanidad, afectada por tanta injusticia, desigualdad y violencia, ellos son los preferidos del Padre. Nuestra comunidad asiste a las vías como lugar para compartir la vida y experiencia de fe con esos nuestros hermanos enfermos, mayores, jóvenes y niños con pocas oportunidades para desarrollarse en la sociedad y tantas otras realidades que los hacen excluidos de la vida, sociedad, de la igualdad, de la salud, de sus derechos humanos.

Las familias siguen sufriendo abandono, sus casas siguen siendo de cartón, plástico y madera, materiales recogidos de la calle. Al día de hoy siguen llegando familias de otros estados que buscan trabajo o un medio que les permita sobrevivir; la presencia de personas mayores es más recurrente, la mayoría no tiene familia y mueren en soledad.

Nuestra misión es ser presencia de Dios para estos hermanos, compartiendo con ellos, visitándolos, apoyándolos en sus necesidades como alimentación, medicinas, pañales y compañía.

Reconocemos que evangelizar y catequizar en esta realidad no es fácil, sin embargo, nos esforzamos para realizar encuentros con los pocos niños que hay, dando a conocer la persona de Jesús, somos cercanas con ellos, oramos y rezamos. Esta comunidad quieres ser testimonio de escucha, de fraternidad y amistad como nos enseña Jesús.

Nuestra última experiencia, fue acompañar a la abuela “María Santos” mujer de 98 años que vivía sola y postrada, a la que visitábamos y llevábamos alimentos, medicinas, pañales y nuestra oración. Algunos vecinos le daban de comer. Este 30 de junio recibimos la noticia de que la abuela había partido a la casa del Padre. Asistimos a su “casita” para hacerle su última despedida. “Abuela María, descansa en paz, en el cielo no hay sufrimiento, ni soledad.”

Comunidad del Postulantado

Ciudad de México