Después de un par de años sin poder salir a la calle a celebrar nuestras tradiciones, poco a poco se van retomando y así vemos cómo hay grandes tradiciones como las procesiones de Semana Santa en Guatemala.  También hay pequeñas tradiciones que nos alegran la vida en las humildes parroquias como la nuestra.

Una de estas tradiciones es el “Rosario Parroquial” de los niños de catequesis.  Este es un momento en el que nos juntamos todos los centros de catequesis en los salones de la parroquia para rezar el rosario;  un acto simple, pero que nos hace movernos en todos los sentidos y buscar la unidad.

Inicia la preparación repartiéndonos los colores del rosario misionero entre los distintos centros, acordando lo que llevarán los niños como ofrenda y así poco a poco ponemos en marcha todo lo necesario para retomar este momento en el que nos reunimos para rezar a la Virgen en comunidad por el mundo entero.

Este año se notaba una emoción especial, ya que llevábamos unos años sin poder realizarlo. El día anterior, coordinadoras y catequistas, junto con el párroco, nos reunimos para adornar el altar de la virgen y el sábado muy por la mañana se empezaron a juntar bolsitas con agua de sabores para repartir a los niños y evitar deshidrataciones.  Los señores de la adoración nocturna nos hicieron el favor de poner la malla sombra en el patio de los salones parroquiales, para que el sol no impactara de lleno en nuestros pequeños (el mes de mayo en Querétaro es de mucho calor).  Niños con sus padres fueron apareciendo desde muy temprano en sus distintos centros de catequesis con sus camisetas del color del continente que les había tocado y un banderín en el que habían escrito una frase, un poema, una petición o si eran los más pequeños le habían dibujado flores y corazones para entregarlos como ofrenda.

Y así, iniciaron la caminata cada centro de catequesis en dirección al lugar en donde nos reuniríamos para formar esa columna de niños, papás y catequistas, que se dirigiría a los salones del templo parroquial. 

Eran las 9:30 de la mañana y ya estaban presentes cuatro de los cinco centros de catequesis en el lugar acordado. Nos faltaba uno, pero en la lejanía se veía ocupando toda la calle una mancha blanca que se hacía cada vez más grande y el último estandarte acercarse.  Los chicos ya impacientes y sabiendo que eran el último centro que nos faltaba empezaron a caminar a su encuentro, poco les importaba que ese no fuera el camino que tomaríamos para ir a los salones, así que los catequistas tuvieron que contener sus deseos de ir a reunirse con ellos y detener a sus niños para que esperaran sin avanzar más, para luego tomar la ruta trazada cuando el último centro se incorporara a la columna.

Cuando ya todos estuvimos reunidos iniciamos nuestra pequeña peregrinación.  Entre cantos, vítores y alegría fuimos avanzando por las calles de nuestras colonias.  Las personas se acercaban a ver qué era lo que ocurría, algunos incluso nos regalaron rosas para que le lleváramos a la Virgen.  Llegados al patio de los salones parroquiales cada grupo ocupó su lugar y dimos inicio al rosario.  Cada centro fue dirigiendo la oración por el continente que iba representando y ofreciendo sus banderines después de cada misterio.  Al finalizar rezamos un Padre Nuestro por las necesidades más urgentes de cada una de nuestras familias y mientras cantábamos se fue repartiendo el agua a todos los niños antes de despedirnos y volver cada uno a casa.

Comunidad MAR de Querétaro