En el mes de febrero se empezó a hablar de una epidemia llamada “corona virus”, hoy también conocida como “Covid-19”, el cual, se produjo en China. En ese momento, el mundo miraba con pesar y preocupación la situación en esta gran potencia y se veía muy lejana esa realidad en los diferentes países; sin embargo, hoy lo padecemos y en gran medida.

En efecto, el gigante invisible, sin pasaporte, ni tiquete, llegó a Colombia el pasado 6 de marzo, siendo una extranjera (italiana), portadora del virus. Desde este momento, se empezaron a encender las alarmas en Bogotá y en otras ciudades del país.

Ante esta situación y con la gracia de Dios, el presidente Iván Duque, tomó las medidas preventivas rápidamente, invitando a todo el país a trabajar unidos para evitar un alto porcentaje de mortalidad, siendo los adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y niños las personas con más alto riesgo de contagio, por eso, desde el inició la apuesta fue por la cuarentena total.

Por otro lado, la Iglesia, también es una de las grandes afectadas por esta medida, pues sus templos son lugares donde hay presencia masiva de personas, por tanto, podría ser un foco donde la pandemia haría sus estragos.

En este tiempo, la semana mayor o mejor conocida como semana santa, estuvo a la expectativa de muchos, ya que es el acontecimiento más importante del cristianismo católico; sin embargo y gracias a los medios de comunicación se vivió la pasión, muerte y resurrección solemnemente, sin perder las exigencias que se pedían ante lo que pasa en el mundo.

El papa Francisco, en una de sus homilías abordó la importancia de dejarnos servir por Cristo para entrar al cielo, recordó con gran pesar el jueves santo a todos los sacerdotes, especialmente a los que han fallecido por causa de la pandemia, entre otros mensajes significativos.

Hoy vivimos esta pandemia del Covid-19, él sigue haciendo estragos en muchos países, pero solo nos queda confiar plenamente en la misericordia de Dios con la cual deseamos y pedimos en la oración que escuchemos nuestro corazón y que Él siga haciendo su obra entre nosotros, desde la esperanza, la fe y caridad.

Hna. Anadelia López- Comunidad Yopal-Casanare.