Judith Romero, es una joven vocacionada de nuestra parroquia de La Fortuna. Desde hace un par de años, más o menos, entró en contacto con la comunidad y una de las hermanas empezó a hacerle acompañamiento, ya que había manifestado inquietud vocacional.

Judith, joven de honda fe cristiana, había recibido el llamado. Se fue integrando en la parroquia, compaginando sus actividades con su carrera universitaria. Participaba en el Eucaristía diariamente, y de vez en cuando, venía a casa, o bien a visitarnos, o bien, invitada por la comunidad. Era un miembro más de la comunidad cristiana. Poco a poco fue lanzándose para acompañar los cantos con la guitarra. Ella, muy fina para este fin, pero se acostumbró conmigo al chascarreo y sacamos adelante la a animación de las eucaristías en los tiempos más fuertes de la liturgia.

En fin, ya este año terminaba la carrera. ¿Qué hará Judith? ¿qué decisión tomará? Siempre a discreción manejó su inquietud; dirigida por el párroco hizo su proceso. No la veía yo, le decía a las hermanas con perfil de misionera; muy concentrada ella los jueves en la exposición del santísimo en la parroquia y en cada eucaristía…¿qué hará Judith?

Uno de los días de julio, antes de partir para Monteagudo, nos llamó y nos preguntó si podía venir a la casa a saludarnos.  ¡Qué cosas tienes Judith!, le respondí. Pues claro, ¡vente a almorzar con nosotras!

Ella tuvo que cambiar el día, y el domingo que se ofreció a venir, teníamos un pequeño paseo comunitario por el centro comercial Parque sur de Leganés, así que le dijimos que se viniera y compartiera con nosotras.

Muy contentas nos fuimos las cinco para el paseo. Después que nos comimos un bocata para almorzar, nos soltó la bomba. “¡Hermanas, quiero compartirles una noticia, me voy al Carmelo el 28 de agosto”!

¿Cómo nos quedamos? De una pieza, más tampoco tan extrañadas de la decisión tomada porque se veía venir, pero sí del estilo de vida nuevo como carmelita. Pues, ¡ala!, después del trago, nos pusimos muy contentas de que hubiese tomado esa decisión y los pasos que dio y cómo vio en todo la mano de Dios que la condujo hasta el Carmelo de Toledo.

El pasado lunes 22 la parroquia le celebró la eucaristía de despedida y hubo un pequeño encuentro fraterno comunitario parroquial. Todos asombrados y contentos. Unos más que otros, claro, pues no todo el mundo entiende este paso.

Hoy 28 de agosto, fiesta de nuestro padre, a estas horas, ya te están recibiendo tus nuevas hermanas. Sentimos una alegría inmensa porque nuestra madre Iglesia recibe a una nueva hija en el corazón del Carmelo para la gloria y alabanza de Dios.

¡Dios siempre está llamando! Pero ¿le escuchamos? Cristo, es el Verbo que nunca calla, aunque no siempre se le escuche, dirá san Agustín.

Gracias sean dadas al Señor, por este gran misterio de su amor y vocación.

Nieves María Castro Pertíñez