Soy Diana Patricia Gómez Saavedra y hace unos días he renovado por segunda vez mis votos religiosos como Misionera Agustina Recoleta. Recuerdo que el día que profesé una persona muy querida y cercana me dijo: “Ahora que comienzas este camino sé valiente y no tengas miedo” y también el sacerdote que celebró la Eucaristía dijo en la homilía: “el amor que Jesús te regala es como una rosa, que, aunque tiene espinas, el mismo amor hace que lo que importe sea la rosa y no las espinas”. Estas palabras tan profundas y “proféticas” acompañan mi caminar cada día, me llenan de confianza en Dios, pero, sobre todo, me hacen consciente de que: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad” (Sal 15, 5-6).

Hoy me gustaría invitarlos a todos a dar gracias a Dios, nuestro Creador y si es posible lo hagamos leyendo un libro de la Sagrada Escritura llamado Job, allí se nos narra un gran testimonio de fidelidad y confianza en nuestro Abbá: “Hubo en la tierra un hombre llamado Job; este era un hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios y apartado del mal…” (Job 1,1).

Job es el claro ejemplo de que muchas veces a lo largo de nuestra vida sobrevienen situaciones complejas que nos hacen ir al fondo de nuestro corazón, o como se dice comúnmente “tocar fondo”, y al estar allí en esa situación comenzamos a contemplar el camino recorrido, preguntarnos el por qué y el para qué de cada paso dado o el cómo y el cuándo de nuestras decisiones, haciéndole a Dios un sin fin de preguntas… pero resulta que allí, en ese lugar en donde descubrimos nuestra miseria y nuestra pequeñez nos encontramos con mayor fuerza la presencia de Dios, su mirada, esa mirada que no nos abandona, al contrario, nos alienta, anima y acompaña con gran ternura y fidelidad y al igual que aconteció con Job, Dios también dispone de todo para nuestro bien.

Desde mi experiencia como joven consagrada, puedo decir que en  los dos últimos años he aprendido diferentes cosas  y también he reafirmado los valores que me han sido inculcados desde pequeña, soy consciente que voy aprendiendo a apreciar los pequeños detalles, conocer y ayudar a otras personas, cuidar la vida, abrir la mente y el corazón a otras culturas y costumbres y hasta he descubierto nuevos métodos de estudio, en realidad; creo que ha sido un aprendizaje integral, pero hay algo muy importante que está dentro de todas las experiencias que he tenido: descubrir el paso de Dios por mi vida, al igual que Job yo puedo decir: “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven” (Job 42,5), todo esto me hace agradecer cada momento que vivo y me lleva a estar feliz con cada aprendizaje recibido por eso digo:

 Gustar y descubrir lo que Dios me ofrece cada día es

Reconocer que todo lo dispone porque me ama

A veces se presentan dificultades, caídas y dudas, pero en eso consiste el

Camino, todo ello hace parte de la vida, ninguna experiencia es

Insignificante cuando se vive con profundo

Amor, verdadera alegría y total sencillez, porque como dice una bella santa:

Si no vivimos para servir, no servimos para vivir.

Diana Patricia Gómez Saavedra, MAR