No sé cómo iniciar este compartir. Sin embargo, quiero decirles que he podido experimentar y vivir plenamente estos días santos, dedicando más tiempo al encuentro con Dios en la oración y reflexión de los Misterios de nuestra Salvación. Sí, los viví y los sentí. Y aunque era la encargada de la liturgia, nada especial, todo sencillo como lo traía el libro de la Liturgia de las Horas. Pero sentí de manera especial el rezo de los salmos. Me sentí como en retiros espirituales. Todo me lleva a dar gracias a Dios por el Covid-19 que, en cuarentena nos preparó y nos llevó a vivir esta Semana Santa, libres de preocupaciones cifradas en cosas que hay que hacer y que requieren atención, ruidos por aquí y por allá, mucho movimiento, palabras, nerviosismo, disgustos, etc.

La cuarentena es un regalo del Señor que nos llama a estar más con Él, a poner atención a lo que verdaderamente es importante, a lo que vale la pena porque Jesús nos lo enseñó. Creo que habíamos dado más importancia a lo material, al hacer y a lo que se ve. Participamos en comunidad, de todas las celebraciones de la Semana Mayor, uniéndonos por televisión, a las ceremonias que presidía el Papa Francisco.

El no tener en casa eucaristías durante la cuarentena, ni ceremonias litúrgicas propias de esta semana, me lleva a sentirme en comunión con la humanidad entera; pues no por el hecho de ser religiosa tengo el privilegio de gozar de aquello que los demás no pueden disfrutar; todos somos hijos e hijas del mismo Padre, redimidos en la misma Cruz y llamados(as) a entrar en el Único Reino Eterno de Dios. Los mismos temores y esperanzas nos invaden a todos(as), los mismos desafíos, y la oración nos hermana dando gracias y suplicando perdón, cambio y conversión, salud y paz.

Acojamos esta pandemia como momento de gracia para todos(as).  Dios está recorriendo el mundo entero derramando sus bendiciones sobre sus hijos e hijas de todos los continentes y llamando a vivir según sus enseñanzas.

                                                Ana Joaquina Mariño W. de la comunidad de la Merced.

Cali-Colombia