ser Misionera

Es ser testigo, persona creyente que contagia su experiencia de ser salvada, que habla no de cosas ni de ideas propias, sino de Alguien que le ha seducido y la mantiene alerta, que aviva su fe desde dentro, don él vive, y le permite afirmar con el profeta: Yo creí, por eso hablé. Es sentir la necesidad de que todos los hombres y mujeres del mundo sepan que Dios los y las ama como son y que no hay mejor manera de ser feliz que la de vivir según el evangelio.

Ser misionera es ser, voz, grito, pregón; es hacer resonar, hoy y aquí, la palabra e Dios, la Buena Noticia de Jesús de Nazareth. Es vivir en plena liberta personal, enteramente disponible, para cambiar de lugar, de patria, de comunicad, para allá, donde Dios señale a través de su voluntad.

Es mantener los oídos abiertos al dolor de los pobres, de los “sin esperanza”, para entregarle el don de la consolación que el Padre de los cielos nos da en la Persona de Jesús, su Hijo, liberador y salvador, en gestos y compromisos de misericordia y donación de la persona, tiempo e iniciativas para impulsarlos a buscar soluciones a sus sufrimientos, porque los compromisos eliminan de la vida lo estático.

Las MAR sensibles a las necesidades del hombre de hoy y teniendo en cuanta las diferentes  culturas, procuramos impregnarlas del espíritu evangélico. Optamos preferentemente por los lugares de misión… Así leemos en nuestras Constituciones.

¿Cómo evangelizamos? A través e catequesis, formación de líderes y catequistas de diferentes razas y culturas, grupos juveniles y vocacionales, actividades parroquiales, pastoral en residencias de jóvenes estudiantes y también de la tercera edad, hospitales, en escuelas, guarderías y colegios.

La fuerza evangelizadora de nuestras comunidades MAR parte del testimonio de nuestra unidad y concordia vividas y experimentadas en alabanza a Dios, en la comunión de bienes y en la proclamación de la Palabra.

Y tú, joven persona mayor, niña que despiertas a la vida, ¿qué opinas de esto de ser misionera, de ser voz, grito, pregóntestigo, en este planeta nuestro, hoy tan necesitado de estos valores? Intenta probarlos; en las MAR hay espacio para ti.

Ser Agustinas

Tenemos un padre: AGUSTIN, el de Hipona. Un hombre de corazón grande que vivía la amistad en la comunidad. Su ideal era vivir como los primeros cristianos, que unidos en armonía buscaban a Dios. Según él, la amistad ayuda a crecer y está tejida de comprensión y sinceridad. El estilo de vida religiosa que proyectó para sus comunidades es el habitar unánimes y concordes en la casa del Señor y tener una sola alma y un solo corazón en Dios, sin llamar propia cosa alguna, sino teniendo todo en común, a imitación de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén. Como queremos e intentamos ser fieles al proyecto y espíritu de Agustín, nuestro padre, para nosotras la fraternidad es fundamental. En medio de un mundo dividido por el desamor e insolidario, nosotras debemos manifestar, con nuestra vida, que es posible la fraternidad y la unidad, nacidas de la caridad y dentro de la diversidad. 

Y que esta fraternidad, creada desde la comunidad, sea invitación clara y fermento para que germine y crezca entre los hombres y mujeres de nuestro entorno. Es nuestro reto. ¿Crees tú, que lees este pequeño mensaje agustiniano, que aún es posible sembrar en  el mundo semillas de amistad y fraternidad?

¿Por qué no lo intentas, sumándote a la familia MAR?

Ser Recoletas

Hoy, más que nunca entre el ritmo vertiginoso en el que vivimos, el ruido y las prisas que nos circundan, necesitamos detenernos y hacer un alto en el camino para recogernos, y entrar dentro de nosotras, de nosotros, y dejar que el evangelio haga camino libremente en nuestro interior, donde la imagen de Dios permanece siempre, esperándonos para transformarnos.

Recolección es un proceso continuo de recogimiento hermanado con nuestras actividades, que requieren el cultivo de la interioridad y exige silencio interior para escuchar y ser iluminado por Cristo, Maestro interior. Es atención amorosa a la Palabra y al trato y diálogo filial con el Padre; es austeridad, coraje y decisión para la conversión y renovación.

En el trato y diálogo con Dios es donde El nos modela y allí encontrarnos la fuerza y el impulso para la acción misionera y para construir, día a día, la vida fraterna y después salir al encuentro de los hermanos y hermanas a quienes nos debemos.

Las MAR expresamos el deseo de conversión y la decisión de vivir la Recolección, tratando de mantenernos en actitud constante de cambio de mentalidad, corazón y estructuras para dinamizar los avalores del Reino que están presentes en el corazón y en a vida de los hombres y mujeres de cada pueblo.

¿Te parece, ahora, que esta palabra RECOLECCIÓN  recoge un gran significado y estilo de vida religiosa?

Pues es el de las MAR