Encuentro con los Religiosos, Seminaristas, Sacerdotes en Morelia, Mich.

 

“Dime como rezas y te diré como vives, dime como vives y te diré como rezas” Papa Francisco

 

Durante los días 12 a 18 de febrero el Papa Francisco ha visitado nuestra linda tierra mexicana. Han sido días intensos en los que en ocasiones sólo podíamos seguir su pista por la televisión, la radio o el internet, sin embargo, el día 16 tuvimos la oportunidad de ir al encuentro del Papa con religios@s, seminaristas, sacerdotes, laicos en Morelia, Michoacán.

 

       Las comunidades de los padres Agustinos Recoletos: Parroquia del Divino Redentor y seminario San Pio X, Chely Olvera, religiosa de los Sagrados Corazones y nuestra comunidad MAR de Querétaro, nos preparamos para este encuentro.

 

       El lunes 15, ya con todas las cosas listas nos fuimos al seminario San Pio X, donde era la cita para poder salir todos juntos rumbo a Morelia, Mich. Fue emocionante vernos allí, todos listos, con ganas de encontrarnos con el Papa Francisco, con ganas de escuchar sus palabras. Nos fuimos en dos camionetas, pues éramos cerca de 24 personas. Llegamos a Morelia por la tarde a la casa de nuestras hermanas Agustinas Recoletas, quienes nos esperaban con gran alegría, además allí se encontraban los postulantes Agustinos Recoletos y el padre Javier Monroy, formador de los postulantes y el padre Javier Acero, vicario de la provincia San Nicolás de Tolentino, oar. Con gran alegría nos congregamos para este encuentro.

 

       Como no podía ser menos, antes de seguir con otras actividades nos reunimos en la capilla de las hermanas, donde el padre Javier Monroy dirigió un rato de oración tipo Taize, con ello abrimos nuestro encuentro con el Papa Francisco como familia Agustino Recoleta.

 

       Después de la oración, la cena; momento de gran alegría, de compartir y comentar todo lo que nos esperaba al día siguiente, cada uno con sus expectativas e ilusiones, sin duda un momento para decir “que dulzura compartir los hermanos unidos”. Nos retiramos pronto a dormir, ya que a la mañana siguiente había que madrugar para irnos al estadio Venustiano Carranza.

 

 

Por la mañana, hacia las 4:45 am, salimos del convento de nuestras hermanas rumbo al estadio, como iba a ser un día complicado para ir en vehículo, nos fuimos caminando, más o menos una hora, que no lo sentimos por la emoción de ir al encuentro con el Papa. Ya en el estadio, todos preparados, con ganas de que comenzara, no sin antes pasar los controles, de hacer filas inmensas, de comer lo que las hermanas nos prepararon. Quedamos en un lugar muy estratégico, cerca del altar que se había preparado y también cerca de unas vallas, así que, sin duda, lo primero que hicimos fue colocarnos cerca de las vallas por donde el Papa iba a pasar. ¡Que emoción cuando llego el momento de verlo salir!

 

Ya en la Eucaristía el Papa comenzó diciendo: “Dime cómo rezas y te diré como vives, dime como vives y te diré como rezas, porque mostrándome como rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome cómo vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas; porque nuestra vida habla de la oración y la oración habla de nuestra vida”. Sin duda una invitación a la oración, pero no una oración de palabras, sino de gestos y acciones, que se reflejará en nuestro día a día, en nuestras pastorales y misiones. No buscando una oración sofisticada o extenuante, sino una oración sencilla pero sincera, una oración sentida y vivida, que se vuelva experiencia de Dios, de Dios misericordia. Con la oración del padre nuestro queda claro que nos acercamos a él como sus hijos. Y retomando esta oración, resaltó las tentaciones que nos pueden acechar hoy en día. Una tentación para nuestro tiempo y lugar es la resignación, esa arma preferida por el demonio. Y el Papa nos decía: “¿Y qué le vas a hacer?, la vida es así. Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras «sacristías» y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar. Nos quita la alegría, el gozo de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar.” Una fuerte invitación a los religios@s, sacerdotes, seminaristas, pero en general a todos los cristianos de México, a no dejar que esa resignación nos paralice, sino que busquemos qué hacer en nuestro mundo, quedarse de brazos cruzados es lo más fácil, pero no lo más evangélico. Finalmente, el Papa terminó diciéndonos: “Padre, papá, abba, no nos dejes caer en la tentación de la resignación, no nos dejes caer en la tentación de la asedia, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores que nos enseñaron con su vida a decir: Padre Nuestro.” Con estas palabras el silencio reflexivo se hizo presente. Sin duda, su mensaje caló en lo profundo de nuestros corazones.

 

Al finalizar la Eucaristía, nuevamente nos dirigimos hacia la valla, que emoción, ¡volver a verlo de cerca! Entre cantos, aclamaciones, vivas, despedimos al Papa Francisco. Es mucha la enseñanza que nos deja y también los retos a llevar adelante.

 

Después de la comida nos despedimos para volver a nuestras comunidades de Querétaro. Un viaje tranquilo, gracias a Dios, agradecidos por esta experiencia y con ganas de poner en práctica la invitación que el Papa nos hizo: no resignarnos sino trabajar.

 

 

Hna. Sandra Flores G.,mar

 

 

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