Ante la espera del Papa Francisco, nos preparamos para acompañarle en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.

Después de varios días de espera, al fin llego el día más esperado, la llegada de su Santidad el Papa Francisco a México, la noche del 12 de febrero. Con una agenda muy apretada, comenzó el día 13 con reuniones, en el Palacio Nacional, con la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático, en la Catedral con los obispos; por la tarde se dirigió a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe para celebrar la Eucaristía con los fieles, que desde muy temprano empezaron a llegar para ubicarse en el lugar que les correspondía y así celebrar con el Papa.

La comunidad MAR del D.F. tuvimos que hacer un largo recorrido para llegar al lugar correspondiente en la Basílica, debido a la cantidad de gente que había. Cuando logramos entrar nos impresionamos al ver que ya quedaban pocos lugares, especialmente en la zona que nos correspondía, después de esperar nos habilitaron algunos lugares, pero, quedamos separadas; al llevar nuestros trajes típicos nos enviaron al lugar de la pastoral indígena. tuvimos que esperar tres horas hasta que llegara el Papa, durante ese  tiempo  practicamos porras, compartimos alimentos, agua  y  tratamos  de protegernos del sol, pues muchos  se  desmayaron  por  el  calor  que  hacía, sin embargo permaneciéramos con  la  esperanza  de  ver  al  Papa.  

Desde que él salió de la Nunciatura estuvimos viendo en las pantallas hasta que finalmente entró en la plaza el papamóvil e hizo su respectivo recorrido; las personas gritaban, lloraban de emoción, fue muy impresionante, y más al entonar juntos la canción “La Guadalupana”. En la procesión de entrada se detuvo a saludar a un niño discapacitado que llevaba un cartel que decía: “Te quiero tocayo”; nos emocionamos porque él se detuvo allí, con las personas con discapacidad y eso nos permitió verlo más de cerca, finalmente se detuvo en la puerta principal donde encendió la llama de la misericordia.

En la homilía se baso en el Evangelio de la Visitación, haciendo la comparación del acompañamiento de la Virgen en la gestación de Isabel y el acompañamiento que la Virgen de Guadalupe ha hecho y hace en la gestación de esta bendita tierra mexicana, finalmente nos invitó a construir nuevos santuarios desde lo más cercano a nosotros, a través de las obras de misericordia.

Al terminar la Eucaristía se dirigió hacia el camarín de la Virgen de Guadalupe, donde tuvo un momento de silencio, los demás nos unimos a su oración personal. Todos esperamos que volviera a salir a saludar al pueblo mexicano, pero ya estaba cansado, así que salió por otra puerta. Regresamos a casa muy cansadas pero contentas de haber visto y escuchado al Papa Francisco.

Comunidad MAR del Postulantado, México, D. F.

 

 


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