Hace veintidós años, las Misioneras Agustinas Recoletas, llegamos a México, a la ciudad de Querétaro, a la parroquia del Divino Redentor, de la que están a cargo, hasta la fecha, nuestros hermanos Agustinos Recoletos. Allí inició esta historia, en una pequeña casa que dedicaba su trabajo a la pastoral juvenil y vocacional, así como a la formación de jóvenes que sentían la llamada de Jesús a vivir la vida misionera agustina recoleta. Después de seis años, se vio conveniente fundar otra casa, pues la de Querétaro se estaba quedando pequeña. Así las hermanas que fundaron la primera comunidad junto con la hermana provincial de turno, solicitaron al cardenal Norberto Rivera, su permiso para una posible fundación en Distrito Federal (hoy, Ciudad de México) con la finalidad de tener otra casa para la atención a jóvenes formandaspara la vida religiosa.

Pero la formación no es cosa aislada, sino  encarnación de todo cuanto vives y el lugar donde  moras, por eso desde el inicio de la fundación de la casa en la ciudad de México, además de la formación a la vida religiosa, la pastoral juvenil y vocacional, también se da el acompañamiento a familias de escasos recursos, y es aquí donde comienza nuestro compartir con nuestros lectores.

Las grandes ciudades ofrecen grandes oportunidades de trabajo, de producción y de crecimiento económico, pero también son parte de un gran desafío, a la vuelta de una calle, puede existir la pobreza,  marginación, hambre, lugares totalmente insalubres para vivir y la injusticia.  Cerca de nuestra comunidad, se localiza una zona de invasión, debajo del puente de Nonoalco; este lugar es más conocido como “Las Vías”, en donde viven muchas familias en casas improvisadas, en su mayoría, gente que se ha desplazado de sus pueblos (indígenas) para buscar mejores oportunidades de vida. Nuestra opción fue y sigue siendo el asistir, humana, social y espiritualmente a todos estos hermanos y hermanas en Cristo.

Desde 2008, las MAR con el proyecto misionero “Vías” acompañamos a estos hermanos con ayuda académica, alimentación, sanidad y asistencia social, así como ayuda psicológica. Para esto, dos días a la semana, acuden a las vías, las jóvenes que están en formación junto con la hermana formadora de esta etapa. Los martes se visita a las familias y se reza con ellas, mientras que todos los sábados se dan catequesis y ayuda académica. La visita a las familias nos acerca a su cotidianidad, desde los niños que van al colegio, los abuelos que viven solos y están enfermos,de aquellos que tienen problemas de desnutrición, así como los inconvenientes del alcoholismo y drogadicción, ya que en este lugar hay muchos jóvenes que no han tenido la oportunidad de estudiar o de encontrar un trabajo digno, por lo tanto muchos de ellos repiten patrones de conducta de sus padres.

La convivencia con ellos, nos acerca a la difícil situación que tiene que afrontar una madre soltera adolescente con tres hijos, que trabaja por las calles vendiendo chicles, una abuela que sale día a día a la calle para buscar madera, botellas de plástico, vidrio, cartón y así poder venderlo y tener el sustento; niños que van al colegio con problemas de visión, que necesitan gafas por la desnutrición que padecen. La mayoría, tanto niños como adultos tienen algún padecimiento en la piel, debido a la poca limpieza que tiene este lugar; la falta de agua potable, así como la ausencia de drenaje, entre otros servicios, hace que también tengan problemas intestinales muy constantes.

Pero no todo es negativo aquí en las “Vías”, podemos hablar del acompañamiento que han recibido por parte de las hermanas MAR y que, como todo proceso (lento muchas veces), algunas familias han pasado a tener consciencia de su dignidad de hijos de Dios que viven en una sociedad e inmersos en ella, quieren vivir de otra manera, se esfuerzan para que sus hijos puedan recibir una educación y sean constantes en ella. El proyecto misionero “Vías” enfocado sobre todo a la educación y sanidad ofrece su ayuda en becas a estos chicos para que sigan estudiando, ellos se comprometen a no dejar el colegio mientras se les apoya con algunos materiales que les piden para su educación. Otros han recibido una ayuda económica directa para la compra de materias primas para arreglar aparatos electrodomésticos, hasta que por sí solos ya han emprendido su propio trabajo.

La consciencia de cuidar su salud también ha contribuido a que algunos busquen alternativas para poder tener agua potable y drenaje. En otras personas, se piensa en planificación familiar y dejar de lado el aborto, el acompañamiento psicológico a algunos niños contribuye a su crecimiento personal y a detectar si necesitan otro tipo de tratamiento. En medio de ellos, las MAR somos testigos de cómo el encuentro con Cristo, no reside sólo en llevar ayuda monetaria, sino en compartir con ellos la Palabra que alienta, conforta, consuela y ante todo, acompaña.

Tenemos que mencionar que el proyecto “Vías”, recibe beneficios de personas de España, concretamente de la “Fiesta Solidaria” que se realiza en el Colegio Nuestra Señora de la Consolación, que se ubica en la ciudad de Granada y que pertenece a las MAR. En esta fiesta que se lleva a cabo en el mes de mayo, participan todos los alumnos y sus familias, profesores, incluso personas de fuera que no pertenecen a la institución, pero que se hermanan en esta actividad para aportar su ayuda en este proyecto y en otros que tiene la congregación.

La ciudad sigue creciendo.Cada vez son más las personas que migran para encontrar aquí un trabajo que les ayude con sus familias, sigue habiendo campos de misión que nos urgen a buscar y encontrar juntos, caminos que dignifiquen a las personas.Las MAR queremos ser palabra de aliento, oídos que escuchen y sean cercanía, queremos ser la propuesta que inquieta y mueve desde el Evangelio a que los más pequeños tengan las mismas oportunidades de crecer en un ambiente propicio, con educación y sanidad.

Seguimos yendo a las “Vías”, para intentar marcar vías que colaboren en los nuevos paradigmas de transformación social que incluyan a los más pobres, para seguir generando opciones, actividades y propuestas frescas de servicio; y ser, ante todo, testigos de Dios Trinidad que nos llama a estar entre los excluidos.

Hna. Luisa Ortiz, mar