En este tiempo de conmemoración y celebración, de un año más de aprobación canónica de nuestra congregación de Misioneras Agustinas Recoletas, el Señor nos concede la oportunidad de reafirmar en nosotras la fe, y a la vez, ser conscientes del sentido de la obediencia, la entrega, la confianza y la fidelidad a Él, que nuestros fundadores por la luz del Espíritu Santo, pudieron vivir. Es así como el Señor llevó a cabo su obra, siendo el principal protagonista de nuestra historia.

En cada una de las hermanas que celebra con gozo y alegría esta fiesta, podemos contemplar el testimonio de vida, de quien supo vender todo; porque encontró el Gran Tesoro, y, reconoce de quién vienen los dones para perseverar en la vida misionera, entregada a los demás. Monseñor Ochoa decía a Madre Esperanza, Ángeles y Carmela vivir siempre: “TODO POR JESÚS”.

Es por eso que una Misionera Agustina Recoleta, encuentra su verdadero sentido a los pies de nuestro Señor Jesucristo. Único Maestro, que nos recuerda “ustedes son sal y luz de la tierra”, este compromiso de nuestros fundadores con su ejemplo de vida nos invita a seguir; para que la extensión del Reino, en nuestra misión no sea infecunda.

Nada puede funcionar si no se reconoce al dueño de toda obra. Es preciso acercarse con un corazón humilde y sencillo, para devolver al Señor lo que es del Señor. Que por su bondad infinita quiso llamarnos a un carisma especial, y a responderle con amor, en el seguimiento de su Hijo Jesucristo.

Juana Rosario Toc Rosales, Novicia MAR