PARTIÓ A LA CASA DEL PADRE…

El día de ayer 8 de mayo, nuestra hermana María Carmen Pérez Cañizares, partió para la casa del  Padre.  Al hacer memoria de su vida, damos  gracias al Señor por la obra que hizo en ella, moldeándola como Misionera Agustinas Recoleta por el Reino.

Fueron sus padres: Francisco Pérez y Ana Cañizares. De esta unión nacieron cinco hijos; María Carmen fue la cuarta. Nació en Sevilla, el 21 de enero de 1926. Ingresó al postulantado el 20 de junio de 1951, inició el noviciado el 2 de febrero de 1952 y la primera profesión el 3 de febrero de 1953; todas sus etapas de formación las realizó en Monteagudo. La profesión perpetua la celebró el 2 de febrero de 1959 en Cali.

En España brindó lo mejor de sí en Las Gabias y Tolosa. Fue destinada a Colombia donde prestó su servicio misionero en Palmira, Cali, Bogotá, Caldas- Antioquía,  Barranquilla. En Venezuela, entrega gran parte de su vida en Maracaibo, Caracas, Atapirire siendo cofundadora de la comunidad y primera vicaria de la vicaría parroquial san Agustín.

Uno de los campos de misión donde más contribuyó fue en la pastoral educativa, desde los inicios de su vida religiosa, como profesora y directora. También dedicó buena parte de su vida a la labor social y pastoral parroquial.

Sin mayor dificultad expresaba su sentir frente a los servicios que se le pedían; manifestando eso sí que solo una cosa deseaba y era; “Trabajar por la Congregación, hacer lo que Dios quiera y hacerlo cuando El quiera”.

En los diversos campos de misión donde fue enviada, se adaptó y creó estrechos lazos de fraternidad. Disfrutaba los logros que se cosechaban en la misión y amaba la vida.

Desde el año 2010, regresó a España, por su delicado estado de salud; durante este tiempo formó parte de la comunidad de Monteagudo, que hoy la acompaña y la despide con alabanzas de acción de gracias.

Libró diversas luchas para vencer las debilidades propias de su condición  humana, dejando al finalizar su vida, el testimonio de la perseverancia y fidelidad en el seguimiento del Señor, que la llamó a la misión.

En esta acción de gracias, unamos nuestros corazones para   bendecir al Señor por nuestra hermana; oramos por su eterno descanso.  Encomendamos de manera especial a su hermana y demás familiares.

Que toda la Gloria y el Honor sean para el Señor.