La orden agustiniana a la que pertenece la congregación de Misioneras Agustinas Recoletas está de fiesta pues celebra la intercesión de la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de la Consolación.

Una antigua leyenda, nacida en el seno de la Orden, narraba que la Virgen se había aparecido a santa Mónica, afligida por la suerte de Agustín, consolándola y dándole una correa, la misma con que después se habrían de ceñir Agustín y sus frailes. De ordinario, la iconografía representa a la Virgen y al Niño en el acto de entregar sendas correas, respectivamente, a santa Mónica y a san Agustín.

Por eso a ella al igual que santa Mónica entregamos el sufrimiento de muchos pueblos que viven hambre, pobreza, injusticia, opresión.