Jesús dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el Reino de los cielos es de quienes son como ellos». Mateo 19, 14

Una de las experiencias más significativas en mi vida fue el poder participar en la misión en Pinal de Amoles Querétaro, México. Junto a otros misioneros fuimos destinados a una comunidad llamada Epazotes Grandes, donde iniciamos nuestras visitas a las familias.

Estuvimos 15 días en los cuales realizamos:  visitas a enfermos, el rezo del Rosario a las 7:00 de la mañana, la catequesis para adultos y jóvenes, y para los niños con los que aprovechábamos el espacio libre fuera de la capilla, buscamos no solo el disfrute de las actividades, sino que también los niños pudieran acercarse a nuestro Señor, conocerlo, aprender de Él.

Y es muy reconfortante como ellos con su inocencia van comprendiendo y realizando las actividades tales como dibujar un corazón inquieto como el de San Agustín hecho con lo que hay alrededor y a su imaginación, o hacer una cruz, o también trabajar en equipo y realizar algunas dinámicas donde podían ver lo importante que es el otro y la fortaleza que se obtiene con la unidad.

Toda esta experiencia me deja con el corazón alegre, con esperanza, y me permite ver lo importante que es, que los niños sepan y se acerquen a nuestro Señor Jesús y sobre todo ellos nos dan los ejemplos para poder vivir como el Señor quiere que vivamos, con un corazón y una mirada inocente, sincera, con una forma de acercarse a Dios y a los demás con lo que somos, sin apariencias.

Juana Rosario Toc Rosales, Novicia MAR