El día 17 de febrero en nuestro Colegio Nuestra Señora de la Consolación dimos inicio a la cuaresma con la imposición de la ceniza…

Debido a la situación en que nos encontramos se llevó a cabo la celebración desde la megafonía de la portería, en donde todos los alumnos desde sus clases escucharon la oración y cada tutor continuaría con la última parte de la celebración.

Como cada miércoles de ceniza, cada tutor/a imponíamos la ceniza a nuestros alumnos. Es una costumbre que nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera, que nuestra vida definitiva se encuentra en el cielo y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, al final de nuestra vida solo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos, los hombres.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. La Cuaresma empieza con ceniza y acaba con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros para dar paso a la luz de la Resurrección. Cuando quemamos algo queda la ceniza. Ésta es nuestro egoísmo, peleas, mentiras, perezas, falta de cariño y respeto. La ceniza significa que todo lo anterior lo hemos quemado y queremos que nazca en nosotros algo nuevo: la paz, la amistad, la solidaridad, el amor.

Nos quedamos en silencio para rezar pidiéndole a Dios, que nos mire con cariño y bendiga con su amor esta ceniza que imponemos en nuestra frente como signo de nuestro deseo de cambiar y dejar nuestras actitudes cómodas y egoístas.

La Cuaresma es un tiempo para acercarnos más a Jesús, conocer su mensaje que Él nos invita a vivir, de conocernos a nosotros mismos más a fondo y de cambiar lo que nos impide hacer el bien; es tiempo de conversión, de arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Es tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo y de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Es tiempo de ayuno y de sacrificios, de hacer las cosas con alegría y por amor a Dios, aunque nos cueste esfuerzo. Es tiempo de misericordia y de búsqueda por aquel que resucitará para darnos vida. Es una ocasión para orar y para pedir a Dios que nos dé la capacidad para dar los pasos necesarios, para no quedarnos en la distancia, dejando que las historias sigan rotas.

La Cuaresma es el recuerdo de los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto en oración antes de iniciar su misión de salvación. Son cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón, para prepararnos para la Pascua, para celebrar la Resurrección de Jesús.

¡Comenzamos una nueva Cuaresma con la alegría de saber que recorremos el camino del amor de Jesús!

Profesora Marina Henar Martínez Morales