Hola, quiero contarles un poco de la temática que hemos venido trabajando en la catequesis de confirmación en la Parroquia Jesús Obrero de Salamanca. Acompaño a un grupo de 6 chicos con 15 años, chicos nobles, inteligentes, apasionados e inquietos por la vida.

Durante tres semanas hemos venido hablando de la vocación, dando particular fuerza al llamado que Dios nos hace a la vida, a la fe y a una vocación específica, llámese matrimonio, vida consagrada, laicado, misioneros, etc.

Para el jueves que pasó (06 de febrero), tuvimos una hermosa oportunidad: ¡compartir directamente con jóvenes que ya han definido su vocación! ¡sí! Un matrimonio (Grecia Cardozo y Marcio Laguna Carrasco) y un fray Agustino Recoleto (Alfonzo Lomeli) les hablaron a los jóvenes desde el corazón, desde su vivencia y desde lo que Dios va haciendo en sus vidas.

Una de las preguntas que me llamaron la atención, fue la siguiente: “¿te volverías a casar con Grecia si pudieras devolver el tiempo? Y la respuesta de Marcio fue: “de algo estoy convencido, tenemos que diferenciar dos cosas cuando estamos con alguien: el enamoramiento con el amor, si estás enamorado, ¡no te cases! Pues harás todo desde la pasión, solo cuando amen de verdad, serán capaces de despojarse de ustedes mismos y entregarse a sus parejas; ojo, esto no quiere decir que esto sea fácil, pero eso no significa que no sea verdadero, eso es lo que lo hace hermoso, porque lo haces desde el corazón, por eso, me casaría nuevamente con ella, porque de verdad la amo.”

Más adelante, “Poncho” como lo llamamos de cariño, invitó a los chicos a preguntarse: ¿dónde Dios quiere que yo sea feliz?, pero para responder a ello –les señaló- es necesario que se le pida a Dios que nos ayude a decirle “hágase tu voluntad” y asumir todo lo que eso implica.

Hoy, puedo darle gracias a Dios, porque sé, que esta hora donde se compartió la vida y la vocación, caló en cada uno de los chicos. Dios hace nuevas todas las cosas y tengo la certeza de que en su debido momento les mostrará el camino que ellos han de recorrer.

Por ahora, te invito a que oremos por las vocaciones de la Iglesia, especialmente por tantos jóvenes que se encuentran en búsqueda, por aquellos que no saben a dónde ir,  ni qué hacer con sus vidas, para que con la ayuda de María puedan dejarse tocar y conducir por el camino de la felicidad.

WENDERLYNG REYES, mar